El músculo duerme, la ambición descansa

Caray, hasta el mediodía del domingo se me va a hacer larga la espera. Este Mundial y particularmente nuestra Selección nos han ido captando sobre la marcha, hasta borrar otras preocupaciones futboleras propias de este ferragosto. ¡Ya nadie me pregunta si Mbappé viene al Madrid! Tampoco parecemos muy atentos a si João Félix se va por fin al Barça o a cualquiera otra parte donde buen viento le lleve, ni provoca sobresalto la segunda salida, esta parece que definitiva, de Mateu Alemany, que finalmente deja la oronda y optimista compañía de Laporta. Sólo se habla de las jugadoras de Jorge Vilda que, diría el clásico, están pulverizando audímetros.

Toca esperar. Como cantó Gardel, ‘el músculo duerme, la ambición descansa’. Y toca repasar lo beneficioso que está siendo este campeonato y particularmente el desempeño de las nuestras para la mirada de todo el país hacia el fútbol femenino. “Ni es fútbol ni es femenino”, era común grosería con que lo despachaban muchos no hace tanto. Pues sí es fútbol, y bien practicado, con manejo, orden e intención, y es femenino en tanto en cuanto es ejemplarmente pulcro, mucho más que el masculino, de tanto tiempo atrás entregado a brusquedades, trampas, protestas… Zafiedades a las que, reconozcámoslo, los hombres somos más proclives que ellas.

La Federación de Rubiales ha hecho una gran apuesta por toda la escala de selecciones femeninas, una tarea enorme de la que me ocuparé otro día. En cinco años ha creado una estructura densa y eficaz que ha servido de peana al talento natural de nuestras jugadoras, cuyos nombres se van fijando en las mentes de los aficionados. Ya no es sólo Alexia, son muchas las que atraen nuestra atención y se proponen como modelos para las niñas que juegan al fútbol, y hasta pienso que para muchos niños, porque ¿quién no quisiera jugar como Aitana Bonmatí o como Salma Paralluelo? Falta rematar la faena, pero pase lo que pase el domingo el legado ya es enorme.

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