El Madrid es el malo

Cuando hace unos 30 años empecé a interesarme de cerca por el Madrid descubrí una palabra que no me habían enseñado en las clases de español de mi instituto en Francia. Esa palabra es: antimadridismo. Catorce letras que definen un concepto muy difícil de entender al principio y que, digamos la verdad, puede parecer exagerado e, incluso, un arma para impedir cualquier crítica. Mis años en España me permitieron darme cuenta de que el antimadridismo no es un invento victimista sino una realidad que va pudriendo el fútbol español. Y que va creciendo.

Dos ejemplos muy significativos han surgido en pocos días. Primero fue con Vinicius, víctima de asquerosos insultos racistas, y que fue presentando por algunos, incluso en la tele, como culpable de haber ‘provocado’ a los aficionados pucelanos. Cuando había pedido al árbitro no tener que dar la vuelta al estadio después de ser sustituido, justamente para evitar cualquier cruce con la grada. Y, segundo, fue cuando Carlo Ancelotti habló del lamentable estado del césped del partido de Copa. ¡Lo que le cayó al bueno de Carletto! El antimadridismo está tan arraigado en España que los jugadores y técnicos merengues son siempre sospechosos y el Madrid es siempre el malo. Cuando todo el país debería darle las gracias por existir y dar brillo, con sus trofeos y su fama, a todo el fútbol español.

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