El irónico camino de Ferrari
Resulta paradójico que Ferrari se haya desprendido de su jefe de equipo, Mattia Binotto, justo en la temporada en la que había vuelto a rendir al más alto nivel, un año coronado con cuatro victorias y otros 16 podios, 12 poles y los subcampeonatos de pilotos y constructores. Seguramente no suene a mucho si recordamos las expectativas que se crearon al principio de curso, cuando el F1-75 apuntaba a comerse el mundo. O si lo comparamos con el dominio demoledor de Max Verstappen, con 15 triunfos sumados por él solito. Pero si rebobinamos un poco más atrás, a las dos infructuosas campañas anteriores, a dos años, 2020 y 2021, de travesía por el desierto, con resultados impropios de la excelsa marca del Cavallino Rampante, entonces la perspectiva de lo conquistado en el presente 2022 cambia mucho. Binotto, para lo bueno y para lo malo, ha sido el arquitecto de ese avance. Y si no fallan las previsiones del ya exresponsable técnico de Ferrari, el 2023 asoma bastante mejor, con un salto de calidad en las evoluciones que no se pudieron rematar este año por la limitación de gasto.
Sería una tremenda ironía, nada descartable, que Maranello dominara el próximo Mundial de F1 sin el autor de la obra en los boxes. El caso es que John Elkann, el presidente, ha perdido la confianza en Binotto, por mucho que se camufle de dimisión, tras un campeonato en el que penalizaron en exceso los fallos de estrategia y de fiabilidad, unidos a algunos errores grotescos en el pit stop. La decapitación del proyecto, como en cualquier ámbito de la vida, deja ahora algunas incertidumbres que también alcanzan a sus pilotos. El suizo, por ejemplo, era el principal valedor de Carlos Sainz, que va a tener que enfrentarse a un nuevo examen, después de una irregular temporada que al menos logró culminar en la cima. Ferrari hace borrón y cuenta nueva… pero con la siembra de Binotto.