El gran dolor de Ancelotti

La cosa es tan evidente que impresiona. Creo que nadie en su sano juicio puede pensar que Thibaut Courtois no debe ser el portero titular en la final de la Champions League dentro de dos semanas. La conclusión después de su decálogo de paradas frente al Alavés el pasado martes es que el belga sigue ostentando el estatus de mejor guardameta del mundo. Lo piensa y lo dice Carlo Ancelotti. Lo que no puede desvelar públicamente el técnico italiano es el dolor que siente al tener que dejar en el banquillo al chico que justamente condujo al Madrid hacia el gran partido del año. Conociendo a Carletto, sé que le va a costar muchísimo explicar su decisión a Andriy Lunin.

Porque Ancelotti es la persona más humana y cariñosa que he conocido en el mundo del fútbol a lo largo de más de treinta años de periodismo deportivo. Se está hablando de un dilema, pero no es realmente un dilema porque el sentido común y la realidad futbolística se imponen claramente a favor de Courtois. Lo entiende todo el mundo salvo Lunin que, lógicamente, opina que es él quien merece ser titular en Londres. Lo más duro para Ancelotti es que sabe de antemano que ninguna palabra valdrá, que su intento será un fracaso y que el joven ucraniano vivirá todo este proceso como una grandísima injusticia. Que sentirá rabia y quizás, en algún momento, algo de odio por su entrenador.

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