El Estrella Roja se aferra a la mística de su estadio

Fuerte en Serbia, flojo en Europa. El Estrella Roja no tiene término medio. Domina con puño de hierro su campeonato doméstico: lo ha ganado en las siete últimas ediciones y va camino de lograrlo por octava vez consecutiva, ya que aventaja al segundo clasificado en diez puntos. Sólo se ha dejado un empate en las trece jornadas disputadas: un 2-2 en casa ante el Mladost Lucani, el equipo revelación del presente curso. En la Champions, en cambio, aún no ha sumado: fue goleado por el Inter (4-0) y por el Mónaco (5-1) en sus dos desplazamientos y cayó en Belgrado por 1-2 ante el Benfica en la jornada inaugural. A esa mayor fortaleza como local se agarra el conjunto balcánico para creer en sus opciones ante el Barcelona.

Movimientos tras la clasificación. El campeón serbio tuvo que superar una ronda previa para jugar la fase final de la Champions y fue una eliminatoria muy dura contra el Bodo/Glimt noruego. En Escandinavia tuvo tramos en los que fue claramente sometido, pero logró anotar un tanto en el tramo final que le dio vida para la vuelta (2-1). En Belgrado se impuso por 2-0 cuajando una gran actuación: evitó que su rival desplegara el fútbol atrevido y alegre que le caracteriza, le obligó a replegarse en su propio campo y le acabó remontando por empuje, intensidad y oficio. A los pocos días, sin embargo, el club vendió al Feyenoord por siete millones de euros a uno de los héroes de la clasificación, el pivote coreano In-Beom Hwang. Lo compensó a última hora, justo antes del cierre de mercado, firmando a tres futbolistas con experiencia en ligas más potentes: el extremo del Stuttgart Silas, que llegó cedido; el medio centro bosnio ex del Milan y del Fenerbahçe Rade Krunic y el atacante del Torino y ex del Mallorca Nemanja Radonjic. Este último se lesionó a los ocho minutos de ingresar en el terreno de juego en la victoria de este último fin de semana ante la Vojvodina (3-0) y se espera que cause baja ante el Barcelona, uniéndose de este modo a una lista de ausencias en la que destaca otro jugador ofensivo, el nigeriano Peter Olayinka.

El aniversario del milagro. Este Estrella Roja-Barcelona se disputa exactamente seis años después de que el conjunto serbio lograra su último gran triunfo en Europa: un 2-0 ante un Liverpool que acabó ganando aquella edición de la Champions League. En el banquillo serbio se sentaba Vladan Milojevic, el mismo entrenador que dirige ahora al conjunto balcánico después de regresar el pasado mes de diciembre. En los cuatro años en los que estuvo fuera trabajó en Arabia Saudí, en Chipre y en Grecia. Sus planteamientos en la competición continental suelen ser más bien conservadores, aunque trata de aprovechar el fervor del estadio Ratko Mitic para salir más agresivo en los encuentros que disputa como local. Suele usar un 4-2-3-1, aunque en Mónaco quiso probar un 5-3-2 para juntar arriba a sus dos delanteros centros, el senegalés Cherif Ndiaye y el brasileño Bruno Duarte. El primero destaca por su fuerza física en las disputas y por la potencia, mientras que el segundo posee algo más de calidad para finalizar. Esa prueba en el Louis II duró poco, ya que Duarte se retiró lesionado a los siete minutos y desde entonces no ha podido participar con el equipo.

La nueva perla. Krunic y el esloveno Elsnik, que cuajó una gran Eurocopa, aportan el oficio en el medio. Pero la imaginación la proporciona el joven de diecisiete años Andrija Maksimovic, cada vez más protagonista en los onces titulares. Es zurdo, se mueve por la media punta -aunque puede caer al costado- y está considerado como el próximo gran jugador serbio que dará el salto a un campeonato más fuerte.

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