El Celtic de siempre, el Madrid eterno

Al Reino Unido conviene ir con paraguas y a sus estadios, si eres equipo de fútbol, también. Eso hizo el Madrid. Sacó el paraguas cuando cayó la tormenta, supo sacudirlo al amainar y acabó guardándolo para ganar el partido. El fútbol británico es así. Se juega más rápido que se piensa.

El Celtic fue el fiel reflejo: jugó más que pensó. Y en la Champions hay que pensar. Encajó un gol, el primero, el determinante, en un contragolpe y con la defensa en mediocampo. Valverde vio una autopista y Vinicius, un agujero. De nada sirvieron la gran primera parte escocesa ni las oportunidades marradas. Tampoco el aliento incesante de Celtic Park, un templo en blanco y verde.

Ahí se acabó el partido. ¿Cómo puede el equipo 52 del ranking UEFA encajar a la contra ante al campeón de Europa? Sencillo: siendo británico. Un técnico extranjero de primer nivel dijo un día: “Juegan a ida y vuelta y no saben hacerlo de otra manera”. Exacto. Y eso, ante el Madrid, es morir.

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