Dos penaltis ganan a tres postes

El fútbol suele ser justo en el sentido de que premia al mejor, pero esta vez no fue el caso. La Real fue un equipo bien organizado, ambicioso y valiente, pero la suerte le impidió alcanzar la victoria ante un Madrid deslavazado. Tres tiros al palo malograron las ocasiones más claras de los realistas, tres disparos en excelente posición y suficientemente colocados como para que el atacante pudiera pensar por un instante que acabarían en la red, porque Courtois quedaba completamente neutralizado. Pero en las tres ocasiones el balón decidió rebotar en el marco y volver al campo. Los duendes del fútbol…

Por ahí se le fue el partido a la Real, que en la otra área regaló un penalti y medio. En el primero, un tirazo de Güler lo interceptó Sergio Gómez con las manos en un movimiento de infantil protección. Lástima de error en un buen futbolista que por lo demás jugó con acierto. El otro fue un entrometimiento del sexador de pollos. Tomó por la tremenda una sobrada de Aramburu, que pisó a Vinicius en el área nada más desprenderse éste del balón. Poniéndonos estrictos hasta el extremo, se podría dar por bueno el penalti, pero cuando menos hay que decir que el VAR no vino para esto. Afeó la noche.

La sobradita de Aramburu quizá fuera represalia por la celebración patosa de Vinicius tras marcar el primer penalti poco antes. No se corrige. El otro lo tiró Mbappé. Ambos marcaron con seguridad y parece que han decidido repartírselos. Así ganó el Madrid, que no alcanzó el funcionamiento en todo el partido. La esperanza era que el balón le llegara a Mbappé y que este descoyuntara la defensa, pero el equipo no aparece. Ayer faltaban muchos centrocampistas, lo que llevó a Ancelotti a probar a Güler en la media. Quizá sea su destino, pero debe acostumbrarse. Con bajas y sin ellas, el equipo está aún por hacer.

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