Difícil salida para el escapista Laporta
El colectivo arbitral está indignado y alborotado por ese prolongado cambalache entre cuatro (¡cuatro!) presidentes del Barça a lo largo de dieciocho (¡dieciocho!) temporadas con un vicepresidente del CTA, que les ha colocado a todos bajo sospecha. Era un ‘vendehumo’, proclaman, no tenía mando real ni influencia ni mucho menos prestigio. Según eso, habría estado estafando al Barça. Pero no se diría que el club se ha sentido estafado a la vista de que los sucesivos presidentes mantuvieron el contrato, o como quiera que llamemos a esto, durante tanto tiempo. Y que el trapicheo sólo terminó, mire usted qué cosa, cuando Enríquez Negreira salió del CTA.
Quizá el Barça no se sintiera estafado porque las cosas le fueron bien. En este periodo ganó 22 títulos nacionales (9 ligas, 6 copas y 7 supercopas) por 10 del Madrid (6, 2 y 2 respectivamente), una superioridad que contrasta con lo que ocurría fuera de nuestras fronteras, donde en el mismo periodo el Madrid ganó 15 títulos (5 champions, 5 supercopas y 5 mundialitos) por 10 del Barça (4, 3 y 3). Fuese o no por la mano de Enríquez Negreira, el Barça ganó en España 22-10 al Madrid mientras perdía 15-10 fuera de nuestras fronteras. No influiría, pero suerte sí daba. Tanta como para acumular aquellos dos años sin penalti en contra.
El Sevilla, el Espanyol y Tebas ya se han puesto serios y no sé si les seguirán otros. Miguel Ángel Gil parece haberse enfadado menos que por la no segunda tarjeta a Ceballos, que le provocó aquel bíblico pliego de quejas, pero al menos aboga ahora por un comunicado colectivo. De Rubiales, que tiene a Laporta (quien cuadriplicó el caché de Enríquez Negreira en su primera presidencia) como vocal federativo también podría esperarse más. ¿Y Florentino? ¿Por qué no se mueve? Laporta y Agnelli eran sus compañeros en ese viaje modelo Julio Verne de la Superliga, el segundo fue defenestrado por la propiedad de la Juve y la caída de Laporta le dejaría sin la muleta que le queda.