Cuando ruge la marabunta
Si no nos ponemos de acuerdo en calificar la actuación de la Selección española como un fracaso el debate es imposible por la sencilla razón de que hay quien desconoce la definición del concepto. “Malogro. Resultado adverso de una empresa o negocio”, dice la RAE. “Resultado adverso en una cosa que se esperaba que sucediese bien”, añade Oxford Languages. En fin, que la palabra fracaso es la que es y no la que a cada uno le dé la gana que signifique. Y sí, caer contra Marruecos en octavos de final después de perder contra Japón y ganar solamente a Costa Rica es un fracaso.
Para la mayoría, un buen resultado en Qatar era llegar a cuartos o semifinales, no a la final ni mucho menos ser campeones. Lo de ilusos sí que lo tenemos todos más claro, pero el resultado adverso se dio antes de tiempo y ante un rival que apenas cruzó la línea del centro del campo. Habrá a quien le entretenga esa idea de fútbol porque hay gente para todo, igual que después de la derrota salen de las cuevas los que se ponen de los nervios por sacar la pelota controlada desde atrás en lugar del recurso del patadón y tentetieso.
Que el 77% de la posesión fue inútil es una obviedad, igual que la falta de recursos que exhibió la España de Luis Enrique, que se autoproclamó el líder y no es extraño entonces que reciba las tortas y más aún si consideramos encima que algunas de las críticas que recibe son resultado de la animadversión que genera su sola presencia. Y no, no es una opinión. Son hechos: la posesión, la ausencia de ideas, el liderazgo y la inquina. Que hasta se han manipulado audios con la única intención de hacerle quedar mal.
Lo más curioso es que la marabunta que ruge ahora para que se pire sea, casi la misma, que se ha callado y no considera como un fracaso -e incluso defiende- el papel de Jorge Vilda en la Selección femenina, que no ha ganado ni una eliminatoria desde el 2015 disponiendo de las mejores jugadoras del mundo. Como si Luis Enrique la hubiese pifiado con Mbappé, vamos.