Creo que aún no me he divorciado

Si están leyendo esta columna es que no me he divorciado…aún. Mi mujer es del Celta y su familia celtarra. Cuando decidieron venir a casa a ver el partido decidí que era mejor exiliarme en Mondariz, un acto de la Real Academia Galega. No tenía ninguna excusa para no volver a tiempo, y eso que María había decidido hacer como Yolanda Díaz, ir a la peluquería para salir por Pontevedra a celebrar la victoria celeste. Casi acierta. Cuando llegó el 0-2 empecé a pensar en la apelación ante mi abogado. Y me acordé de la remontada ante el PSG. Eso lo justifica todo.

Me estaba imaginando a distancia a mi cuñado apropiándose de mi JB reserva en el mueble bar del salón, a mi chica colgando en el balcón la bandera del Celta y a mi hijo pequeño Mario renegando de parte de su parentela viguesa. Les juro que no les engaño. Mi disculpa favorita es que las remontadas del Real Madrid se basan en los árbitros y en el exceso de metros cuadrados del Camp Nou. No sé cómo no han achicado las bandas y el fondo de Montjuic para embotar al rival. Y fue entonces, cuando todo parecía ya perdido, cuando se me vino a la cabeza la remontada contra los franceses. Igual que esa noche marcamos 3 goles en 6 minutos. Acabo la crónica, pido un JB con coca cola y le doy a enviar. Lo malo va a ser mañana, cuando llegue a casa.

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