La radiografía

Chelsea: una montaña rusa permanente

La baja de Cole Palmer hace daño a un equipo que ha arrancado la Champions de manera irregular. El empate en Bakú exige a los londinenses.

David Klein
Actualizado a

En busca de la estabilidad. Si algo ha faltado en los últimos años en el Chelsea ha sido continuidad. Un cambio de propiedad traumático, una sanción de la FIFA que impidió fichar, un banquillo convertido en una silla eléctrica, plantillas tan largas que resulta casi imposible aprendérselas y una gestión de vestuario dificilísima por la cantidad de jugadores que hay que descartar cada vez que se presenta una lista oficial. Ingredientes que han convertido en un cóctel explosivo el día a día del club de Stamford Bridge, con el corto plazo y la sensación de improvisación imponiéndose a la construcción de un proyecto. Tras los intentos fallidos de Graham Potter, de un segundo periplo de Frank Lampard y de Mauricio Pochettino, el único técnico que ha sabido surfear la ola con cierto éxito recientemente ha sido el actual, el italiano Enzo Maresca, cuyo nombramiento fue muy discutido por su escasa experiencia en un banquillo de primer nivel como responsable máximo. Pero el exjugador del Sevilla levantó la Conference League y el Mundial de Clubes en su curso de debut: los primeros títulos de la entidad desde el memorable 2021 de Thomas Tuchel. Y aún así, esta misma temporada ha tenido que enfrentarse a críticas y hasta algunos sectores de la prensa pusieron en duda su futuro. Fue en septiembre, cuando el equipo sólo ganó un encuentro en una serie de cinco partidos en la que perdió tres. La situación ha mejorado desde entonces: es segundo en la Premier a seis puntos del Arsenal, aunque en la Champions su arranque ha sido más discreto, con una derrota en Múnich que podía ser más comprensible y un empate en Bakú ante el Qarabag que no entraba en ninguna previsión.

Triunfo y descanso. Antes de recibir al Barça, el Chelsea viajaba a Burnley, un lugar siempre complicado por la batalla física que suele plantear el conjunto ahora dirigido por Scott Parker. Maresca logró su doble objetivo: ganar y reservar a los futbolistas que llegaban con más cansancio acumulado. Moisés Caicedo, que acababa de regresar de sus compromisos internacionales con Ecuador y que es el jugador de campo más insustituible en los planes del entrenador, no disputó ni un minuto. Estevao y Garnacho, que apuntan a ser los extremos titulares a pesar de la competencia de Pedro Neto y Gittens, tampoco. El argentino no fue esta vez con su selección, por lo que su carga de minutos es menor. Y Wesley Fofana, que compite con Chalobah, Adarabioyo y Badiashile por formar en la pareja de centrales, incluso se quedó fuera de la convocatoria para no asumir riesgos.

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La baja de Palmer. No tiene este Chelsea un delantero que marque diferencias. Este papel de elemento desequilibrante recae en Palmer, que justo cuando parecía que iba a volver a estar disponible tras una lesión tuvo un accidente doméstico y se fracturó un dedo. Es una ausencia de enorme peso, porque su creatividad y su excelente golpeo de balón le dan muchos puntos al equipo. El brasileño João Pedro, firmado del Brighton durante el Mundial de Clubes, parece la alternativa más lógica pese a haber jugado también como delantero centro. Hay dos opciones más: o ubicar a uno de los múltiples extremos de la plantilla por dentro o reforzar el centro del campo con Andrey Santos, que fue titular en Burnley, y adelantar la posición de Enzo.

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