Brahim aprovecha la ausencia de Vinicius

No puede decirse que viéramos un buen partido en el Bernabéu, donde se citaron dos equipos conscientes de que la atención estaba de inicio en Hamburgo, donde se sortearon los grupos de la Eurocopa. Empezamos la mar de bien, viendo desde la cómoda posición de cabezas de serie cómo del bombo 2 nos salía la cenicienta, Albania. Pero el 3 nos obsequió con Croacia y el 4 con Italia, lo que ensombreció el panorama. A Croacia le ganamos la Nations League en los penaltis, ante Italia no puede uno confiarse nunca. Son dos selecciones muy competitivas. Cierto que la gran generación croata envejece, pero aun así…

En paralelo al sorteo y sus comentarios se desarrolló el primer tiempo, inaugurado con una rareza: la lesión rapidísima del meta Raúl Fernández, emergencia que pilló al suplente en absoluto ‘desabillé’. Tardó cinco minutos en ponerse el traje de romano para incorporarse al rodaje. Estas cosas me irritan en extremo, me llevan a preguntarme cómo un señor que viaja de Granada a Madrid no se sienta en el banquillo preparado para la eventualidad de una salida urgente. Refleja desgana. Desganado estuvo en realidad todo el Granada, que asumió sin rebeldía que su papel era defenderse para perder, así como el del Madrid era atacar para ganar.

Ambos cumplieron su papel sin pasión. En el Madrid varios bien, en especial Kroos, porque no saben hacerlo mal, pero sólo Brahim puso nervio. Ancelotti le da muy poca bola, pero en ausencia de Vinicius está aprovechando para hacer méritos a base de ganas, porque calidad tiene. Hizo un gol y provocó el otro. Es un virguero del balón que no se pierde en monerías, mira al marcador. Lástima que Bellingham se descentrara un tanto en enredos con el árbitro, González Fuertes, que por cierto tampoco es el más esclarecido de su controvertido gremio. En fin, fue un partido que tenía que pasar, pasó, se le saluda y adiós. Y hoy, Atleti-Barça. Eso será otra cosa.

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