Bellingham lo camufla todo
Bellingham sigue dispuesto a tapar los defectos del Madrid. Solo él atenúa las dudas goleadoras y futbolísticas del equipo de Ancelotti, más sin Vinicius en el campo. Porque en Balaídos se vio otra vez a un equipo que le cuesta en los ataques posicionales, que se encuentra demasiado expuesto a la espalda de los laterales cuando no logra recuperar en esa primera presión y que tiene evidentes problemas de equilibrio. El sistema del rombo ha cuajado bien para el robo tras pérdida y las transiciones, pero no termina de ofrecer una percepción creíble de que este Madrid está para todo. Lo publicitó el Celta con su buena puesta en escena, lanzando a Mingueza por la derecha y enfocando a Bamba en el otro perfil. Cuando replegó el bloque de Benítez, que repitió el 1-5-4-1, al Madrid le provocó un tormento creativo solo resuelto a ratos con los apoyos entre líneas de Bellingham y las carreras de Rodrygo. La entrada de Joselu puso en evidencia que a Ancelotti le falta algo arriba por contexto y posibilidades, aunque el delantero demostró su valía como recurso en la jugada del gol.
Ancelotti cambió el paradigma en el descanso y pasó al 1-4-3-3 para establecer a Rodrygo en la izquierda como punta de lanza. No le vino mal la permuta al Madrid, dada la conocida facilidad que tiene el brasileño para leer los desmarques a realizar y su capacidad de conducción. También encajaron las irrupciones en el campo de Modric y Kroos, pese a que Tchouameni dejó esta vez una impresión más que completa de lo que debe ser como mediocentro. Con todo, el Celta no se vio incomodado, tuvo siempre el acceso liberado por la bandas y dispuso de ocasiones de peso. No le fue suficiente ente un Madrid que cuenta a su favor con la reputada condición goleadora de Bellingham en este inicio de curso. Ahora mismo lo puede todo y Ancelotti hace pleno.
Olfato de delantero
Joselu gana el duelo aéreo y Bellingham tiene la intuición de un atacante de los de toda la vida. Se adelanta a Aidoo y da la victoria al Madrid. Es el delantero.