Wimbledon pierde a Nadal
Wimbledon pierde a Nadal. Y Nadal pierde Wimbledon. El Grand Slam sobre hierba se queda con el programa del viernes cojo, sin una de las dos semifinales programadas; también sin un mediático partido entre el mejor de la temporada, incluso de la historia, y el impulsivo y polémico Nick Kyrgios, que había levantado una enorme expectación; y, por último, sin una hipotética final frente a Novak Djokovic, el duelo más repetido de siempre, un combate destinado a coronar al más grande de todos los tiempos. Todo eso se pierde Wimbledon por la lesión del español, que le ha obligado a bajarse del desafío en marcha. Mientras, Rafa Nadal se queda sin la posibilidad, casi irrepetible, de haber enlazado con victoria los tres primeros majors del curso, de reconquistar un mítico torneo que no alza desde 2010, de haber aspirado al Grand Slam en un mismo año si lograba rematar la gesta en el US Open, de confirmarse como el mejor jugador de 2022, y quién sabe si de siempre… Todo eso se pierde Nadal por su rotura abdominal. Pero no quería arriesgarse a perder mucho más.
Si Nadal sabe de algo, tenis al margen, es de lesiones. Por desgracia. Y también de cómo sortearlas para seguir siendo competitivo y para volver, una y otra vez, al máximo nivel. Este problema abdominal, por ejemplo, lo ha sufrido otras tres veces durante su carrera, en la que también ha coleccionado rodillas, costillas y, por supuesto, su crónico pie izquierdo. Su físico ya le había frenado dos veces este mismo 2022. Y ahora serán tres. Por eso, si Rafa ha decidido parar es porque realmente tiene que parar. Y porque forzar la situación sólo podía empeorar su futuro. Si hay alguien reacio a las retiradas es él. Sólo hay que rebobinar 24 horas para recordar su resistencia ante Taylor Fritz, contra el consejo de toda su familia. Nadal se pierde Wimbledon. Y viceversa. Para intentar no perderse más.
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