Vendetta a la española
Solo hay un piloto que ha conseguido batir al autoritario Max Verstappen en los últimos 21 grandes premios de Fórmula 1. Además, lo ha hecho en dos ocasiones: en Singapur 2023 y en Australia 2024. Ese piloto es español, madrileño para más señas, y paradójicamente se encuentra sin equipo para la próxima temporada, después de que Ferrari decidiera ceder su volante a Lewis Hamilton a partir de 2025. El otro coche lo conservará Charles Leclerc, que este domingo se fotografió en el podio de Albert Park por debajo del triunfador del día: Carlos Sainz. El descarte, de momento, emana más brillo. Sainz no ha bajado del cajón en sus dos carreras del presente Mundial. En el estreno del año, en Bahréin, se aupó al tercer peldaño, justo por detrás de los dos Red Bull y un puesto por delante de Leclerc. En Melbourne precedió de nuevo a su compañero de escudería, después de un adelantamiento de ley a Verstappen, antes de que el dominante Mad Max se viera obligado a abandonar.
Si el monegasco suma más puntos que su colega en la clasificación es, simplemente, porque Carlos causó baja en la segunda cita de Arabia Saudí por una operación de apendicitis. Un contratiempo que añade otra buena dosis de heroísmo al triunfo de Sainz, que andaba todavía quejoso por la cirugía, solo dos semanas después. Incluso se permitió bromear con su amigo Lando Norris, tercero en el cajón oceánico, a quien le aconsejó una intervención quirúrgica para mejorar sus resultados en el futuro. Con estos antecedentes, el éxito del madrileño tiene un halo de dulce venganza, una vendetta a la española. El próximo curso ya no vestirá el rojo de Maranello, pero hasta entonces va a competir con la misma profesionalidad de siempre, a dar más gloria a una marca mítica como Ferrari y a dejarle una buena herencia a Hamilton. Un coche ganador.