Vacaciones en la enfermería
El Mundial de MotoGP ha tomado ya sus tradicionales vacaciones, que este año durarán casi un mes y medio, con Francesco Bagnaia, el actual campeón, como líder destacado. Pecco ganó la última cita en Assen con incontestable dominio y se marcha al parón con 35 puntos de ventaja sobre el segundo, Jorge Martín, lo que equivale prácticamente a un fin de semana de diferencia, porque entre la carrera corta y la larga se puede sumar un total de 37. Bagnaia está siendo el mejor del campeonato, de eso no hay duda, como jefe de filas de la fábrica Ducati, que ocupa las tres primeras posiciones de la general. Brad Binder, con su KTM, aparece como el primer clasificado fuera de Borgo Panigale, ya a 80 puntos del líder. Si hay una verdad absoluta que no va a cambiar de aquí a final de curso, aunque aún falten 12 grandes premios, es que un piloto de Ducati será campeón mundial en 2023.
La otra cara de la moneda, decepcionante, es la situación de Honda, que llega a las vacaciones con sus tres principales pilotos en la enfermería: Marc Márquez, Joan Mir y Álex Rins. Este último, al menos, puede presumir de haber ganado en Austin, un oasis en un desierto plagado de accidentes, malos resultados y una moto indomable. Un triste dato que define el calvario es que Marc, seis veces campeón de MotoGP con esta misma marca, no ha sido capaz de puntuar, y ni siquiera acabar, en ninguna de las ocho carreras largas. Sus 15 puntos, logrados en el Sprint, son casi los mismos que lleva Dani Pedrosa, invitado en Jerez, con una sola aparición. Alberto Puig, el director de Repsol Honda, admite que su escudería está ahora lejos de las motos europeas. Es bastante obvio. Y Márquez, tan acostumbrado a luchar contra adversidades, se siente harto y ya ni siquiera disimula. Hoy, conducir una Honda es un peligro, si quieres pelear en cabeza. Y Marc no sabe pelear en otro sitio.