Una Liga a cara de perro

El Barça fichó a Nikola Mirotic para esto. Para liderar al equipo, para cargar con la responsabilidad, para decidir en los lances decisivos… para ganar títulos. La calidad no se le discute, pero no siempre lo ha hecho. A veces le ha costado asumir su rol natural, su papel de estrella. El miércoles, en el segundo partido de la final de la Liga ACB, Mirotic sí tomó el mando, metió ocho de los últimos 13 puntos azulgranas para un total de 26, desatascó a sus compañeros cuando caminaban por el alambre, y puso un esperanzador empate en la serie: 1-1. Las finales son el momento de los grandes. El Barcelona continúa sin recuperar el tono que le llevó a conquistar la Copa del Rey y a encabezar las fases regulares de la Liga y la Euroliga, pero en este segundo choque por el título supo ponerse el traje de faena, bajar al barro, rebotear como si no existiera un mañana… Mostró hambre, una carencia que muchas veces les recrimina su entrenador. Justo ese espíritu y ese orgullo que normalmente rebosa en el Madrid. Con la final igualada, y también los arrestos, el Barça viaja vivo a la capital.

Una segunda derrota habría dejado al Barcelona en el abismo, por la contundencia del resultado y por el golpe anímico. El fantasma de Belgrado todavía revoloteaba sobre sus cabezas. Pero esta victoria blaugrana cambia mucho el panorama. Es verdad que el Real Madrid llega a casa con el factor cancha a su favor, pero no es menos cierto que en la era de Saras Jasikevicius nunca ha logrado ganar al Barça en el Palacio, y el balance ya se eleva a 0-6. Hoy se disputa el tercer partido. Y el domingo ya podría haber campeón, aunque, por lo visto en el Palau, no podemos descartar el quinto. Ahora mismo es difícil apostar por ningún bando. Los dos contendientes han salido enteros de sus respectivos agujeros para pelear esta Liga a cara de perro. Eso que el superlativo Saras llama “luchar a muerte”.

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