Una final a contrapié

Con el pie en posición forzada o inadecuada para caminar en la dirección pretendida. La RAE recoge perfectamente la forma en la que esta final de la Copa aparece en el calendario: tres semanas después de la finalización de la Liga F, tras 15 días de la celebración de la gran final de la Champions, que en categoría masculina supone el colofón de la temporada, y apenas 96 horas después de una fecha FIFA en la que la mayoría de jugadoras de Barcelona y Atlético fueron protagonistas con sus selecciones. Seguramente seamos unas cuantas las que estos días hemos escuchado un “pero, ¿qué se juegan ahora?”.

Se juega el último título de la temporada en el fútbol femenino español y quizás se buscaba darle importancia con la elección de la fecha, pero lo cierto es que ha quedado diluida en un impasse en el que ni Pere Romeu ni Víctor Martín pudieron preparar la gran cita hasta el jueves. De hecho, si se tiene en cuenta también a las jugadoras convocadas con la selección catalana, el entrenador blaugrana solo tuvo a su disposición a una jugadora de su primera plantilla: Mapi León. Y Rolfö se lesionó en su choque con Suecia. Mientras, internacionales rojiblancas como la nigeriana Ajibade o las brasileñas Luany y Gio no se entrenaron en el campo con sus compañeras hasta el viernes mismo.

Dar valor a la final de Copa pasa por muchas cosas: la elección de la fecha, su sede, la antelación para la venta las entradas, la visibilidad otorgada, que las instituciones estén presentes en el palco... Y claro que hay cosas que se han mejorado, pero una vez más las que honrarán el título serán las que pelean por alzarlo. Porque una final es una final, y no hay mejor forma que acabar el curso que ganando. Aunque pille a contrapié.

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