Un setter llamado Pedri
Cuando un setter coge un rastro y hace la muestra, espera que su compañero de caza afine con la escopeta y concluya la jugada bajando la perdiz. Luego ya se encargará él de cobrar la pieza volviendo a husmear el terreno húmedo de la mañana. De lo contrario el can suele desanimarse, como pensando, ¿para esto me dejo ya las narices entre la jara y los espartos? Si la acción se repite, habitualmente empieza a tomar querencia al camino de vuelta a casa.
En Villareal no llevaban ni tres minutos de caza cuando Pedri olfateó el rastro, hizo saltar a la presa y se la sirvió en bandeja a Lewandowski para que completase el trabajo en equipo. Será que el polaco anda algo desentrenado luego de tres jornadas sin practicar su actividad cinegética favorita, cazar goles al vuelo, y no afinó lo suficiente ante Reina. Para la siguiente ocasión se invirtieron los papeles: Lewandowski cantó el rastro y el canario resolvió con la elegancia a la que acostumbran los setter. Tampoco es que sea una novedad. El interior azulgrana ha empezado a pillarle el gusto a esto de llevar también él la escopeta al hombro y ya suma seis perdices bajadas en esta temporada de caza. Y así, pieza a pieza en cada partido, el Barça va arrancando hojas del calendario camino del título de Liga. Aún falta en todo caso mucho para poder cantar victoria, sobre todo si los que ladran detrás son podencos blancos.