Un caso flagrante de amnesia defensiva

Nunca deja de examinarse el Madrid, ni cuando pugna por los grandes títulos, ni cuando entra en el periodo valle donde no hay ningún objetivo que alcanzar. La Liga, en este caso. El equipo consideró que la derrota en el Camp Nou en marzo había decidido el campeón. Kessié marcó un gol de última hora, el Barça remontó y amplió a 12 puntos su ventaja sobre el Madrid. Aquello ocurrió hace tanto tiempo, a mediados de marzo, que produce una impresión de irrealidad. No se recuerda un campeonato resuelto con tanta prontitud, ni uno en el que el campeón transmita tan pocas vibraciones. En cualquier caso, el Barça se ha esforzado con toda su alma por conseguir el título. El Madrid no ha ofrecido la misma sensación.

En Girona jugaron siete titulares que disputarán la final de la Copa de Europa si el Madrid elimina al City en la inminente semifinal. Entre los cuatro restantes figuraban Nacho, reciente central titular en la Selección española, Asensio, que está tan fino como en sus mejores días, y Rüdiger, cuya presencia ha sido habitual. Lunin era el cuarto. Su caso es muy especial. Suplente de Courtois, el mejor portero del mundo, apenas aprovechó las sucesivas cesiones del Real Madrid a otros equipos. Le faltan partidos y le sobra la apabullante categoría de Courtois, que no invita a comparaciones.

Por desgracia para el joven portero ucraniano, el Madrid encajó cuatro goles y las comparaciones resultaron inevitables. Mal día para disfrutar de unos infrecuentes minutos de titularidad. Es probable que Courtois hubiera evitado algunos de los goles, por una simple razón: detiene los remates fáciles, difíciles e imposibles. Sin embargo, no cabe atribuir a Lunin el grosor de la derrota. El Madrid jugó para atacar y en la primera parte se empleó con ideas y energía. Se olvidó de defender, tanto en el primer tiempo como en el segundo.

Por ese sumidero se le escapó el partido, que tuvo la virtud de reivindicar a Taty Castellanos, delantero argentino que le costó cuatro perras al Manchester City, aprovechó con goles su estancia en el New York City (20 goles) y ha aterrizado en el Girona. Marcar cuatro goles al Madrid dispara la cotización de cualquiera. Castellanos ha despegado en el mercado.

La amnesia defensiva del Madrid –no recordó ni por un momento la sólida estructura de los últimos partidos– se puede interpretar como un leve momento de debilidad, el típico caso de los equipos que parecen ajenos a las exigencias de la competición. A estas alturas, el Madrid tiene la cabeza en otras cosas, si no fuera porque la divisa del club es competir, combatir y ganar.

El Girona jugó como si le fuera la vida, y le iba de verdad, y el Madrid sólo tuvo arrestos en el primer tiempo. Jugó rápido y bien antes del primer gol de Castellanos, después del segundo y hasta el final del primer tiempo, siempre que jugar bien no incluya desatender las labores defensivas. Militao, que ha sido una roca esta temporada, se tomó un día de vacaciones. Rüdiger tampoco le ayudó, ni los centrocampistas, que se gustaban con la pelota, pero detestaron perseguirla.

Ancelotti terminó enfadado y prometió recordar a sus jugadores las obligaciones defensivas. Quizá sea una de esas derrotas pedagógicas que sirven como aviso para navegantes y no un resultado que alimente dudas. El que no las tiene es Vinicius, que sigue en combustión para lo bueno –es portentoso su rendimiento– y para lo malo. No baja el pistón de las quejas y camina al filo de la expulsión.

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