Un auténtico peñazo
Un Clásico insoportable. Busco en el diccionario de la RAE el significado de la palabra ‘peñazo’: “Persona, acción o situación muy molesta y pesada”. Pues eso fue este Clásico copero, resuelto con un desafortunado gol en propia meta y con un récord negativo del Madrid en ataque que no recordaban mis ojos. Nada menos que 13 tiros y ni uno solo entre los tres palos. Ante un Barça timorato, italianizado y ultradefensivo, que llegaba con la depre acumulada tras sus derrotas en Old Trafford y Almería, el Madrid jugó con un oficio germánico, muy ordenado y con mucha posesión. Pero sin verticalidad, sin energía, sin ardor guerrero. Un Clásico hay que jugarlo con el entusiasmo de la grada y la pasión que traslada el peso de la historia. Hoy tocaba dar el descabello a ese Barça que llegaba boqueante y con dudas al ruedo del Bernabéu. Pero lo vengo diciendo desde hace años. En estos partidos, ya sea ante el Atleti o el Barça, ellos juegan con sangre en el ojo. Ganar al Madrid les da la vida. Sin embargo, los vigentes campeones de Europa y de Liga saltan al campo con un espíritu funcionarial que desespera a la grada, ansiosa de unas descargas eléctricas que solo llegaron con la amarilla a Vinicius y las dos tarjetas perdonadas a Gavi. Todo alejado del puro fútbol.
La Champions. Empiezo a pensar que hay que pedirle a los operarios del Bernabéu que antes de estos partidos de Copa y de Liga hagan sonar por la megafonía del estadio el himno de la Champions. Hay una complicidad tan difícil de explicar entre este equipo de leyenda y la Copa de Europa que sería bueno poner esa sintonía que convierte a los hombres de blanco en artistas capaces de hacer cosas maravillosas con la pelota en sus pies. Me pongo el vídeo de Anfield y el del Clásico de hoy y me pregunto si jugaba el mismo equipo. No creo que sea falta de motivación, pero es evidente que el Madrid elige cuándo quiere comer caliente y no es el caso de los partidos alejados de la competición continental. Y eso que Ancelotti avisó que la caldera estaba subiendo la temperatura a medida que se acercaba el encuentro. Pues la caldera debió sufrir una avería antes de arrancar el match. Si acaso esa primera arrancada de Modric podría haber cambiado todo si llega a acabar en gol. Pero no era el día. No tocaba.
300 pavos. Me duele, más que la derrota, la pobre imagen dada para esos miles y miles de madridistas llegados desde todos los puntos de la piel de toro y desde todos los rincones del mundo. Mexicanos, colombianos, chilenos, uruguayos... Muchos tiraron de chequera para pagar esas entradas buenas que costaban de 300 euros para arriba. Cuando el espectáculo acompaña, el gasto se da por bueno. Y mas con la magia escénica del Bernabéu. Pero en noches así te deben dar ganas de reclamar la devolución del dinero a la autoridad del local...
Los billetes de 500. Encima el partido estaba enrarecido por ese ambiente crispado creado lógicamente a raíz de las sonrojantes actuaciones que estamos conociendo sobre Enríquez Negreira y los pagos suculentos que le daba el Barça cuando era el número 2 de la organización arbitral. Una manifestación tuitera se reunió para lanzar billetes de 500 euros con la cara de Laporta para quejarse de lo ocurrido. Pero por grave que sea el asunto, el victimismo no ayudará al equipo a jugar mejor. Que la Justicia entre de una vez y decida, pero que el equipo y la afición unan sus fuerzas para volver a jugar bien. Y ganar.