Tres años de huida hacia adelante
Se cumplen hoy tres años de la victoria electoral de Joan Laporta. Una época que podría definirse como la de la improvisación. De la candidatura liderada por él en 2003, donde existía un plan estratégico (‘Círculo Virtuoso’) y estaba acompañado por una generación que prometió dar “los mejores años de nuestra vida por el Barcelona”, poco queda. Ese proyecto ha quedado reducido a una sensación de improvisación constante. Han saltado del barco hombres como el que iba a ser el vicepresidente económico de la entidad, Jaume Giró, el CEO Ferran Reverter y hasta 33 altos cargos. El club ha adoptado, según palabras de su presidente, el espíritu de “empresa familiar” donde él lo controla todo. Una gestión que uno de los mentores de Laporta como Evarist Murtra definió como “nepotismo”.
El espíritu de Laporta es la gasolina del Barcelona en estos momentos en los que el club vive día a día de palancas, soluciones ingeniosas, ingeniería bursátil, y se torean de la mejor manera unas cuentas que dan pavor. La herencia fue nefasta, pero la austeridad no ha caracterizado este trienio. Laporta es irreductible. Tiene el nuevo estadio encarrilado, ganó en su segundo mandato las seis Ligas profesionales que disputó. Cada vez que parece salirse de la carretera, regresa por sorpresa en la siguiente curva. Pero la huida adelante es cada vez más desesperada y la carretera más peligrosa.