Opinión

Tranquilo, Arnau

Un mes sin recibir un golpe duro en el espanyolismo era demasiado y el de este miércoles ha sido de los que duelen, de los que marcan. Ya no es de los nuestros. Ha elegido otro camino...

GORKA LEIZA | DiarioAS
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Un mes sin recibir un golpe duro en el espanyolismo era demasiado y el de este miércoles ha sido de los que duelen, de los que marcan. Ya no es de los nuestros. Ha elegido otro camino. Muchos pensarán que mejor, otros menos que peor, pero un camino diferente. Menos tortuoso que el que iba a tener en el Espanyol. Yo, que además de ser enfermo del Espanyol, tengo también el añadido de ser un loco de la cantera, he vivido esto en numerosas ocasiones. Eso, añadido a que se ha cocinado lentamente, y nos ha dejado más tiempo para asumirlo, hace que el dolor sea algo más leve.

Me daba miedo explicárselo a Arnau. Él es mi sobrino, un niño más del extrarradio barcelonés, al que su padre ha inculcado el amor por sus colores. Las palabras fueron: “Cuando nazca le doy tres meses para elegir y si no dice nada, del Espanyol”. Existía la opción de que el niño quisiera llevar la contraria a su padre, a su abuela y a su tío, pero ha salido como ellos deseaban. Cuando eres pequeño siempre magnificas cosas que a los mayores le parecen absurdas. Cuando tienes el primer desamor con catorce años piensas: “Nunca voy a encontrar a ninguna persona igual”. Entonces los adultos te miran con condescendencia a sabiendas de que puede que tengas alguna relación más. Yo nunca quise ser esa persona mayor, pero el otro día, intentando suavizar la salida del buque insignia de la cantera hacia el rival ciudadano, Arnau me dijo: “Tito, es que yo ya llevo más de tres años siguiendo el fútbol y he visto a Nico, Pedrosa, Darder y Joan decir que son pericos y luego marcharse”.

Entre aguantarme la lagrimilla e intentar suavizar el puñetazo anímico que me dieron en el esternón sus palabras hice de tripas corazón y le dije: “Tranquilo, Arnau, tú verás muchos Joans triunfar en el Espanyol. Muchos que se besarán el escudo de verdad y sí se querrán quedar”.

Todo ello me trasladó a un 16 de mayo de 2007, cuando perdimos por penaltis la final de la UEFA contra el Sevilla. Yo era un joven llorando como una magdalena, sí, por el fútbol, ya sé que eso no es lo correcto, pero gotas del tamaño de una falange recorrían mi cara sin consuelo. En ese momento, un señor octogenario se me acercó y me dijo: “Tranquilo, no llores, tú verás al Espanyol llegar a más finales y yo ya no lo veré más”. No volví a ver a ese señor nunca más, pero me hubiese encantado ya más maduro poder agradecerle sus palabras de consuelo. Algún día, Arnau será el que diga a algún joven que le quedan muchas cosas por sentir junto al equipo de su vida. Y se seguirá besando el escudo de verdad.

Sobre el autor

Édgar Hita: Forma parte del equipo de los programas de la Cadena SER 'Si Amanece, nos Vamos' y 'Transmite la SER', y se presenta así: “Trabajo diciendo tonterías por la radio y practico el deporte que dicen que los golpes te dejan tonto”.

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