Sueños y pesadillas de la pretemporada
Llevo un verano soñando cosas rarísimas. Primero fue el encargo de un documental sobre la vida de Núñez Feijóo. Lo pasaba fatal tratando de encontrar su lado humano. Me desperté sudando y esa misma semana soñé que un amigo ganaba inesperadamente un Premio Nobel de Literatura. Aquello sí que era inverosímil porque dudo que alguien encuentre un papel escrito en casa de este amigo mío que no sea una factura. Atribuía estos caprichos cerebrales al consumo de sidra asturiana, pero estoy en Girona y la cosa sigue. Ayer por la mañana me desperté a las 6.30 de la mañana con una pesadilla recurrente; no me había presentado a ningún examen del último año de Periodismo. Me licencié hace 19 años así que aproveché la vigilia para ver el Madrid-Juventus con un café de madrugada.
Lo que vi a tirones con el 5G de mi teléfono fue muy real. Un centro del campo con Kroos, Modric y Camavinga y por momentos el más tieso parecía el joven francés. 0-2 en 20 minutos contra un equipo capitaneado por Danilo. Algún día alguien nos explicará lo de este jugador aburrido que ha pasado por el Manchester City, el Real Madrid y es un fijo en Brasil. Me dieron ganas de volverme a la cama en la pausa de hidratación, pero la cafeína ya no me dejaba dormir. Opté por seguir viendo esta pesadilla de partido y Kroos me regaló un pase a Vini de ensueño. Con el gol ya me enganché del todo y me autoafirmé en que la mejor noticia de esta pretemporada es Fran García. Si Carvajal vence a las lesiones, va a ser la primera temporada en muchos años en la que vamos a poder abrir la mantequilla por los dos lados.
Ya amaneciendo llegaron los múltiples cambios y las conclusiones al azar. Que Vinicius es todo el ataque del Madrid. Que Bellingham es muy fino. Que Nacho siempre cumple (llevaba años deseando poner esto en un texto). Que Joselu lo tendrá difícil para sumar más minutos que Mariano. Que Odriozola sería un excelente fichaje del Athletic. Que Ancelotti va seguir estirando el fútbol de Modric. Y que ya echamos de menos a Ramón Lobo.