¡Sí, sí, sí, nos vamos a Berlín!
Otra Eurohazaña
Pase lo que pase en la final del domingo en Berlín se hablará durante muchos años de las gestas de estos chicos que nos han rescatado el orgullo de camiseta por una Selección que no se pone límites y que ha ido pasando por su piedra bañada en oro a Croacia (semifinalista del último Mundial de Qatar), Italia (vigente campeona de Europa), Alemania (rimbombante anfitriona del torneo) y Francia (el Gallo desplumado de Mbappé y compañía). España ha levantado el sentimiento adormecido de 47 millones de españoles, que desde 2014 sufrieron unos años de barbecho acompañados de una sequía en forma de terribles batacazos ante Holanda en Brasil, Italia en la Euro de 2016, Rusia en el Mundial de 2018 y Japón y Marruecos en el humillante Mundial de Qatar. De la Fuente ha dado la vuelta al guiso proponiendo el fútbol más ofensivo, vertical, atrevido y exitoso del Campeonato. Nadie ha jugado tan bien como España. Nadie es tan diferente y estético. Nadie tiene dos balas descomunales como Lamine (¡genio!) y Nico Williams (rayo con botas). Si un marciano aterriza estas semanas en la Tierra se pide ir con España, única selección que ha sabido a lo que jugaba, que ha arriesgado, que ha tirado de compromiso y solidaridad en el juego para terminar con ataques fulminantes que han hecho doblar la rodilla a todos sus enemigos. La engolada Francia se vino arriba con el gol tempranero de Kolo Muani, pero en tres minutos dimos la vuelta a una tortilla con patadas con muchos más huevos y sabor que la sosa tortilla francesa de Deschamps. ¡Viva España!
Ese niño anda suelto
Lamine cumplirá 17 años este sábado, pero todavía con 16 puso a toda nuestra nación en pie con un golazo para la hemeroteca. Con 0-1 y muchas dudas por el cariz que estaba tomando el partido (Mbappé podía con un Navas acosado por una tarjeta amarilla), irrumpió este crío irreverente y genialoide para inventarse una finta y un remate parabólico desde 25 metros que entró por la escuadra de la portería de Maignan. Ahí se desató la tormenta perfecta y en tres minutos Dani Olmo completó la fiesta rojigualda con otro gol de puro talento, con la ayuda final de Koundé, que se limitó a acompañar un remate que olía a gol y a final de Berlín. Este equipo nunca está en la lona más de un minuto. Es como Rocky con Iván Drago en Rocky IV. Por más que me golpees, me levanto y te reviento. Mbappé, desenmascarado desde el pitido inicial, se vio impotente y no volvió a dar la lata. Y menos cuando Nacho se fue a la derecha y le cerró todos los caminos hacia Unai. Deschamps pagó cara su racanería táctica y cuando quiso irse al ataque ya era tarde. España supo defender con grandeza (enormes Laporte y Cucurella) y firmaron un triunfo que engrandece nuestra leyenda. Hemos enviado a casa a Mbappé, que ya puede pensar en operarse la nariz y en su presentación en el Bernabéu. Con Les Bleus deberá conformarse con pensar en el próximo Mundial de 2026. La fiesta ahora es de España.
A por la Cuarta
No olvidemos que si ganamos el domingo en Berlín (volvemos a la preciosa ciudad donde empezó todo hace un mes ante Croacia) alcanzaremos la Cuarta Eurocopa. Más que nadie. Alemania se quedó en tres y Francia en dos. A ambos los hemos dejado tirados en la cuneta con nuestra mejor arma: jugar bien al fútbol. Toda España llenó las plazas y las calles disfrutando con esta nueva gesta del equipo de TODOS, de la SELECCIÓN que vuelve a escribir sus letras en versales. Pase lo que pase el domingo (me da igual Holanda que Inglaterra) hay que rendir tributo y darle las gracias de corazón a esta tropa de maravillosos rebeldes. ¡VIVA ESPAÑA!
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