Rodry, Jude, Nico y Joselu
Noche mágica. Para cualquier otro equipo del mundo, el de hoy hubiese sido un partido especulativo. Bastaba un simple punto para asegurar la primera plaza del grupo ante el vigente campeón de Italia. Llegaba el equipo con ocho bajas por lesión, con diez canteranos en el banquillo, con jugadores que apenas han pisado la titularidad (Ceballos y Brahim) y con 5.000 napolitanos abarrotando las renovadas gradas del Bernabéu. No parecía un día para liarse la manta a la cabeza. Pero es el Madrid. Maravillosa anarquía emocional desde que suena el himno de la Champions, ‘su’ Champions, su competición fetiche, su Santo Grial. Juegue quien juegue en este equipo, cuando se ponen la camiseta blanca, saltan al santuario de La Castellana y el mundo entero conecta la señal de televisión en todos sus rincones planetarios, se sabe que van a pasar cosas grandes. Por eso no quedaba una entrada a la venta desde hace 12 días. 73.000 privilegiados lo vieron en el campo. El resto se quedó flipando desde la pequeña pantalla. Qué partidazo, qué festival de goles, que torrente de emociones, qué maravilla de Rodrygo en el 1-1, qué majestuoso remate de cabeza de Bellingham en el 2-1, que fantástico gol desde la lejanía del canterano Nico Paz, qué alivio al ver a nuestro Joselu acabar con su mala racha ante el gol con la complicidad maravillosa de Bellingham con todo el estadio entregado... Señoras y señores, THIS IS REAL MADRID.
El preludio. Cuando el hijo de Simeone puso el 0-1 (no se puede discutir al ser tecnología de gol, aunque Lunin hizo un paradón espectacular), el Bernabéu rugió pidiendo a sus chicos que se tomasen el partido como si la clasificación estuviese en juego. Y en menos de 100 segundos irrumpió Rodrygo, el Maradona del Carranza, para patentar sus goles de Cádiz con una nueva maniobra perfecta para sortear rivales y poner la pelota en la escuadra de Meret. La afición agradeció la reacción digna de un equipo campeón, y más cuando unos minutos después tiró Alaba un pase digno de Kroos o Modric para que irrumpiera en el área el chico de moda, el quinto Beatle. Bellingham se lanzó de cabeza para batir al portero napolitano, que se quedó con el molde. Nueva celebración del Corcovado y nueva versión sonora del Hey, Jude. Su gol 15 en busca de la 15.
Canterazo. En vista de que las bajas obligaban (se han añadido Brahim y Rodrygo a esos problemas físicos), Ancelotti tiró de Nico Paz. Ese rubio de sangre hispano-argentina que tiene genes de jugadorazo. Por si alguien lo dudaba, metió el gol de la locura en el 3-2 con un zurdazo desde la lejanía que reivindicó el trabajo que se viene haciendo en La Fábrica de Valdebebas. Este niño de 19 años tiene duende. Ancelotti ya me confesó en verano que valdría para el primer equipo. Palabra de Carlo I El Sabio.
Joselu, aliviado. Hasta Iván Zamorano tuvo una racha negra durante una vuelta entera sin ver puerta. Joselu no ha llegado a eso, pero erró un par de ocasiones y se le vio angustiado. Pero este equipo es una familia y Bellingham le dio un pase mágico para sellar su reencuentro deseado con el gol. Y Jude le empujó hacia esa grada que adora también al canterano. Me lo dicen David Alonso García (un señor entrañable) y su hijo David Jr., llegados desde Barcelona. Y los peñistas de Manacor (¡Viva Nadal!), Antonio ‘El Lotero de Fuengirola’, Alhaurín El Grande, Tenerife, Muchamiel y el alcalde de Benalúa. El Madrid sois vosotros. Noche mágica.
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