Quien pita a Koke no es del Atlético
Pitar a Koke es pisar el escudo. Una herejía. Porque se puede decir que ha jugado mal si lo hace, claro, pero a Koke en realidad solo se le debe aplaudir. Con emoción.
Quien pita a Koke no es del Atlético. No puede serlo. Es imposible. Pitar a Koke es pisar el escudo. Una herejía. Porque se puede decir que ha jugado mal si lo hace, claro, pero a Koke en realidad solo se le debe aplaudir. Con emoción. Por lo que ha dado por esta camiseta desde que era el niño que entró en su cantera por la puerta del colegio Amorós, pedía fotos a Torres e iba con su padre y hermano al Calderón de la mano. El aficionado que cumplió el sueño: saltar del asiento al césped para defender desde dentro la rojiblanca. Siempre derramándose, siempre pensando más en los demás que en sí mismo. Pero como Koke es bueno, y es noble, intachable, y no grita o pierde los nervios: pim-pam-pum. A dispararle. Muy cómodo, por cierto, desde el salón de casa o la grada. “Está mayor”, dicen. “Es un caracol”, insultan. Faltando al respeto al jugador que más que nadie nunca vestirá la rojiblanca: 687 veces ya. Y las que quedan. Ese al que muchos ya le habían redactado la jubilación fue el mejor ante el Villarreal.
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Porque pagar una entrada no da derecho a insultar. Quien lo hace no sabe lo que en la caseta se dice (“Koke y 10 más”), lo que en el club se piensa (“Ha vuelto a poner al Atleti por delante...”). Bajándose el sueldo, con otro rol y el banquillo. Lo que sea por el Atleti. Eso que a Koke le duele como a nadie. Al jugador y a la persona que también es, sobre todo es; y ninguna inmune a la crítica insana. Koke ya se ha ido días a casa entre lágrimas cuando solo debería sonreír. Porque es Koke. Y ser Koke es puro Atleti. Del bueno.
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