¿Qué le tienen que hacer a un portero para que se suspenda un partido?
En estos tiempos del VAR, en los que nadie se aclara cuando una mano lo es o no, cuando un pisotón es roja directa o fortuito, o cuando el de salita tiene que llamar al de la hierba para ponerle la telenovela en la tele, a cámara lenta o imagen parada, el Sevilla está poniendo sobre la mesa otra duda existencial. O mejor dicho, su portero Dmitrovic. ¿Qué le tienen que hacer para que se suspenda un partido? Porque si en Eindhoven lo intentó agredir un imbécil, ya que sólo se puede calificar así a quien con 70 kilos escasos pretende plantar pelea a un serbio de 1,94, en Estambul le dieron en la cabeza con un mechero. Y ninguna de las lamentables acciones propiciaron que el colegiado cogiera la pelota, llamara a los capitanes y les dijera: “señores, hasta aquí”.
Parece que la solución es sencilla. Un protocolo de actuación en el que se diga qué se debe tirar desde la grada, a quién debe dar y con cuantos julios de fuerza para que un partido se suspenda. Porque Dmitrovic tuvo que jugar casi toda la segunda parte concentrado en que no le metieran un gol pero, también, en que desde la grada en vez de un mechero le cayera, quién sabe, una lavadora. También parece más que claro que si el que sufre el impacto es el árbitro en lugar de un futbolista, se acabó el cuento. Pero el show debe continuar. A ver a quién se enfrenta el Sevilla en cuartos. Y a ver qué le pasa a Dmitrovic en el partido como visitante. Lo único seguro es que no se suspenderá el encuentro. O sí.