Presumir la inocencia

Se ha construido sobre mí un retrato disparatado. Se me acusa de quedarme dinero de la Federación que presido para gastarlo en viajes personales de placer, sugiriendo incluso que lo utilicé “con chicas jóvenes”. Según ese relato ando por ahí grabando conversaciones de autoridades, amenazando al mismísimo presidente del Gobierno o espiando al presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles. Lo último ha sido difundir conversaciones estrictamente personales con mi padre sobre distintos clubes de fútbol para sugerir que no soy neutral en mi comportamiento como presidente.

Esas informaciones, que me acusan de ilegalidades a partir de la manipulación de documentos robados o filtrados por un exempleado de la Federación, son rotundamente falsas, como explico cada vez que tengo ocasión. Voy a defenderlo también en los tribunales, como llevo haciendo desde que soy presidente de la Federación. Todas y cada una de las acciones legales contra mí han sido respondidas. De las 70 querellas o similares que se han interpuesto contra mí, en unas 50 ya me han absuelto. En mayo la Fiscalía Anticorrupción, atendiendo a una denuncia de mis adversarios, solicitó amplia información a la Federación y la entregamos en pocas horas. Ni siquiera se me ha citado a declarar en estos cinco meses. Como la vía de la Fiscalía parecía no funcionar, esos mismos denunciantes volvieron a denunciar los mismos hechos pero en el Juzgado de Majadahonda. Así, puede falazmente decirse que se cierra sobre mí “el cerco de la Justicia”, que no es en realidad sino el cerco que pretenden generar algunos a los que molesto. Ahora diré quiénes.

De las 70 querellas interpuestas contra mí, en unas 50 ya me han absuelto

Juicios

Por supuesto que no soy el único español que sufre “pena de telediario”. Ni siquiera el más perjudicado. A fin de cuentas, sigo haciendo mi trabajo cada día, trabajando por el fútbol más modesto, elevando los ingresos (los hemos multiplicado por tres) y el perfil del fútbol español masculino y femenino, resolviendo con mi equipo las decenas de asuntos y desafíos del día a día de la Federación.

Mi caso, como otros, es la constatación de que un trabajo honrado y una gestión exitosa pueden verse brutalmente cuestionados, si unos cuantos adversarios poderosos organizan una campaña de acoso y derribo personal. Aquí se trata de LaLiga, de su presidente y de los nutridos y millonarios intereses que la rodean. Para Javier Tebas la Federación que presido es incómoda. Porque bajo nuestro paraguas están los árbitros, porque tenemos competencias compartidas en el fútbol profesional, porque administramos el fútbol masculino y femenino de los clubes más modestos, porque organizamos La Copa y la Supercopa o porque aspiramos a organizar eventos tan relevantes como el Mundial 2030, y porque somos responsables de nuestras dos selecciones nacionales absolutas y de todas las inferiores. Es demasiado poder, deben creer, para una Federación que cuenta con unos ingresos que se destinan íntegramente al fútbol y que, al contrario de lo que hace LaLiga, no se dedican a sustanciosos contratos de publicidad con los mismos medios que publican las insidias.

El procedimiento de Javier Tebas y sus satélites es siempre el mismo. Lo primero suele ser publicar alguna insidia, a partir de documentos ilegalmente obtenidos, robados, filtrados o inventados. Luego él o sus adláteres interponen querellas y denuncias que también se publican en medios seleccionados. No es necesario, como digo, aportar pruebas: puede bastar con recortes de prensa o meras insinuaciones. El daño ya está hecho. Si la querella o la denuncia se admite, bien. Si no, incluso puede reciclarse y enviarse a otro juzgado, como hemos visto. En cualquier caso, la espiral continúa: se vuelve a filtrar la misma información falsa, que genera nuevas informaciones y nuevas acciones judiciales, y así sucesivamente.

Estas acusaciones, aparte de generar una ingente dedicación para nuestra defensa legal y un obstáculo en nuestro trabajo diario, van armando un relato sobre mí tan negativo como falso.

El objetivo es mi dimisión, mi cese o mi desgaste, sospecho que con la intención de contar con un presidente menos “díscolo” que yo, que sirva mejor a los intereses del fútbol más rico y del presidente de LaLiga en particular.

Siento en ese sentido que soy un perjudicado más de ese fenómeno universal que consiste en el abuso de poder por parte de quienes no tienen escrúpulos para desplegarlo.

No he utilizado ni un solo euro que no me correspondiera. Jamás he utilizado fondos de la Federación en beneficio propio, ni conocí ni ordené seguimiento de nadie, ni realicé ninguna de esas grabaciones clandestinas que se me atribuyen.

Jamás he utilizado fondos de la Federación en beneficio propio

Defensa

He trabajado con honradez y con limpieza siempre en la defensa de nuestros federados, que son el motor de un sector fundamental para la economía y la imagen de España.

Me preocupa que se ignore mi presunción de inocencia, por supuesto, pero más allá de mi caso particular, me entristece que en nuestro país cualquiera pueda resultar acusado en falso y vilipendiado sin piedad, haciendo mal uso de la Justicia gratuita que disfrutamos y de algunos medios de comunicación “poco exigentes”.

No voy a rendirme ante los ataques, por furibundos que sean, y seguiré al servicio de los asambleístas que con una mayoría abrumadora me votaron, de nuevo, hace dos años. Mi ánimo y mi compromiso no decaen y siento que su apoyo no decae, sino que acaso crece ante los ataques. Me siento, sin embargo, cerca de quienes sufren circunstancias parecidas a las mías y comprendo que se agoten y abandonen. Yo trabajo en el fútbol y para el fútbol español, pero confío también en que mi caso sirva para constatar lo desvalido que puede estar cualquier ciudadano español, quizá con recursos mucho menores que los míos, como tenga la mala suerte de ponerse en el camino de algún adversario poderoso empeñado en ejercer su control a cualquier costa.

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