Preferiría no hacerlo

Hace unos meses, presencié en primera persona una escena que me resultó bastante reveladora del carácter y la personalidad de Kroos. Fue durante el partido en el WiZink Center que se celebró entre el Real Madrid y los Dallas Mavericks (equipo del que Kroos es muy seguidor desde los tiempos de Nowitzki). En uno de los tiempos muertos, un cámara de Real Madrid TV se acercó con una periodista con la intención de sonsacar unas palabras a pie de pista al alemán, que estaba en primera fila como espectador con sus hijos y con su hermano, aprovechando el parón de selecciones. Kroos, sin inmutarse demasiado, declinó tal posibilidad. “No”. Ante la educada insistencia de la periodista, “solo será un momento muy rápido”, Kroos volvió a dar una negativa por toda respuesta, por si no hubiera quedado suficientemente claro la primera vez: “No”. Parecía Bartleby, el personaje del cuento de Melville, cuando opta por empezar a decir “preferiría no hacerlo”, sin dar demasiadas explicaciones, cada vez que le llega un encargo de su superior.

Fue un intercambio civilizado y cordial, alejado de toda acritud, pero chocante al mismo tiempo tal vez porque no estamos acostumbrados a que la gente nos dé frontalmente una negativa. Preferimos los circunloquios, los rodeos, las excusas. En una de mis viñetas favoritas de Saul Steinberg aparece un tipo en una entrevista de trabajo con un montón de palabrería, pulcra y pulida, flotando a su alrededor que en su conjunto termina formando un claro, monumental y pétreo NO ante el candidato en cuestión.

Decir “no” a tu propio club. Admito que me resultó chocante, pero al mismo tiempo coherente. Porque Kroos va por libre. Dice lo que quiere. No se casa con nadie. No tiene reparos en pisar callos. No se pone la camiseta celebratoria. No acude a las cenas de equipo. No filtra historias interesadas. No entra en juegos de marketing con Adidas. Mi duda estriba en saber si es que es tan bueno para poder permitírselo o si precisamente el hecho de permitirse estos detalles, el ir por libre y el tener tanta personalidad, es lo que le ha hecho ser tan bueno.

En Arabia, donde impartió otra clase magistral de fútbol, fue abucheado con insistencia y asombrosa coordinación por la afición local, palpable muestra del gregarismo imperante, tan solo por haber declarado que no le gustaría jugar allí antes de retirarse y que encuentra su remozada liga como un producto todavía subdesarrollado. Solo dijo, como Bartleby, “preferiría no hacerlo”. Y ya sabemos que eso no está demasiado bien visto. Ni aquí ni en Arabia.

Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrarás todas las claves deportivas del día.

Lo más visto

Más noticias