Juan Gutiérrez

Peñarroya estaba sentenciado

Probablemente el técnico no tenga toda la culpa, pero algo había que hacer. La raíz del problema viene de la crisis económica del club.

Enric Fontcuberta
Subdirector de polideportivo. Ha desarrollado toda su carrera en AS desde 1991. Cubrió dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales de ciclismo y uno de esquí, 12 veces el Tour y la Vuelta, seis el Giro… En 2007 fue nombrado jefe de Más Deporte, puesto que ocupó hasta 2017, cuando ascendió a subdirector en las áreas de Motor, Baloncesto y Más Deporte.
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La pañolada blanca en la grada del Palau Blaugrana, después de la novena derrota consecutiva del Barça en el Clásico, se cobró la primera víctima solo dos días después. No fue la del nombre coreado por el público al grito de “dimisión”, el de Josep Cubells, el directivo responsable del baloncesto culé, sentado al lado de un cariacontecido Joan Laporta, sino la del entrenador principal, Joan Peñarroya. Ya conocen la costumbre del fútbol, extensible al resto de deportes de equipo: siempre es más fácil cambiar al técnico. La situación sonaba insostenible el viernes, pero el vaso de la paciencia se rebosó el domingo con el sonrojante tropiezo en Girona en la Liga ACB, donde el equipo azulgrana figura undécimo, con un inasumible balance de 2-4. Era la cuarta derrota en los últimos seis partidos. Y quizá la que ha proyectado peor imagen. Peñarroya quedaba sentenciado. Por sus directivos y por sus jugadores.

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Probablemente el técnico no tenga toda la culpa, pero algo había que hacer. La raíz del problema viene de la crisis económica del club, que ha impactado con dureza en la plantilla de basket. También en su banquillo. El Barcelona ha pasado las dos últimas temporadas en blanco, y va camino de la tercera, con técnicos de perfil bajo: Peñarroya sustituyó a Roger Grimau. Nada que ver con Saras Jasikevicius y Svetislav Pesic, por citar los ejemplos más recientes. Ahora suena Xavi Pascual como sustituto, un hombre de la casa que evoca la gloria cercana, el último entrenador que levantó la Euroliga. El timón volverá a recuperar el prestigio, pero habrá que ver si eso es suficiente para reflotar una nave que hace aguas, con un grupo descompensado, con poco fondo de armario y con mucho veterano con demasiada carga. Por algo se empieza, pero tiene pinta de que el Barça va a necesitar algo más para ilusionar.

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