Oviedo, Bastón y la ocasión de reivindicarse
El Viejo Tartiere fue en los 90 testigo directo del mayor descalabro atlético, el que le sumergió en Segunda. El estadio ha cambiado, al Nuevo Tartiere le falta esa mística propia de los campos noventeros, valla y aficionado en pie apretando al visitante. La esencia, en cambio, sí es la misma. Que Oviedo demanda fútbol en la élite se ve en muchos ejemplos. La Copa solo es otro más. Las entradas puestas a la venta se liquidaron en unos días y si el socio azul no falla, el Tartiere estará cerca del lleno. Son muchos años alejado de Primera, demasiadas cicatrices de los años en los campos de tierra, pero el oviedismo mantiene viva la esperanza. Necesita regresar.
Y aunque a Cervera no le guste nada la competición, la Copa permite abrir esa puerta al primer nivel, un atajo al escenario principal. Ser cabeza de cartel por unas horas. Como antaño. La eliminatoria despierta ilusión en Oviedo, pero nadie puede competir en emotividad con Borja Bastón, criado en el Atleti, estrella azul. Es el 9 del Oviedo, el capitán y rostro más reconocible. Pudo ser estrella atlética, pero un lesión grave el día de su debut enterró ese camino. Tenía 17 años, fue un palo, pero logró recuperarse. Y aunque quede la duda de qué hubiera sido de él sin la rodilla hecha añicos, ahora sonríe en la capital asturiana. Bastón, como el Oviedo, tiene hoy una oportunidad para reivindicarse.