Orgulloso de este Madrid
Fracaso de los agoreros.- Uno leía estos días a los sabios del fútbol y se imaginaba una debacle ante un City que llegaba con números estratosféricos (15 victorias y un empate en sus últimos 16 partidos), con un Haaland en modo apisonadora con 51 goles facturados en lo que va de curso. El Madrid de Ancelotti aparecía en escena presuntamente agotado tras darse una paliza en la reciente final de Copa ante Osasuna y se le veía como un equipo sin recursos para plantar cara a ese futuro ganador de la Premier, con el sello añadido de Guardiola, que será muy bueno pero que lleva ya 12 años sin levantar una Champions pese a contar cada verano con 300 millones en fichajes para reforzar sus encopetados proyectos. Todos esos sesudos analistas olvidaban que el Madrid es el vigente campeón de Europa, que el Bernabéu es el estadio con más historia desde que el fútbol es fútbol, que Vinicius es actualmente el jugador más desequilibrante del planeta, que este equipazo ha conquistados seis títulos en 16 meses y no se los han regalado en la puerta de un colegio... Menospreciar al Madrid no suele ser un buen negocio cuando suena el himno de la Champions. Palabras mayores.
Enorme Rüdiger.- El cyborg del City llegaba virgen al estadio en el que espera regalar sus goles de todos los colores a partir de 2024. Creíamos que con su físico descomunal y ante la baja de Militao el noruego iba a ponerse las botas. Las casas de apuestas se hinchaban con el número de goles que Haaland iba a meter a Courtois. Uno, dos, hat-trick, póker... Al final, llegó Antonio (Rüdiger) y le recordó que por físico nadie la va a intimidar. El alemán le hizo un marcaje férreo, limpio, implicado. Haaland hizo un tirito con la zurda y un cabezazo blando a las manos de Courtois. Y al espacio libre solo tuvo una, que se encontró con una respuesta contundente de Alaba. Se ha demostrado que en la Premier las defensas son permisivas, porque con espacios éste te mata. Erling ya sabe lo que es el Bernabéu. La gloria no se compra metiendo un chorro de goles al Southampton o al West Ham. Felicito a Rüdiger desde aquí. Partidazo.
Mago Vinicius.- Así definía ayer la portada del AS al brasileño y lo clavó. Cuando el City dominaba la pelota llegó una contra catedralicia, de catálogo. Camavinga tira la pared con Modric, que le devuelve una pelota maravillosa. El Potro homenajea a su apodo y se mete una galopada que deja en evidencia a Bernardo Silva. Se la pasa a Vinicius y ahí el brasileño se viste de futuro Balón de Oro y suelta un derechazo que pone al Bernabéu patas arriba. Delirio. Explosión de júbilo. La felicidad existe. Enorme Vini.
El árbitro.- Guardiola protestó mucho al cuarto árbitro y le calentó la oreja hasta aburrirle, pero se olvidó de valorar la patada por detrás de Bernardo Silva a Camavinga con los tacos. Roja de libro. Y el gol de De Bruyne viene de una acción en la que el balón pareció salir de banda. La tecnología lo demuestra. Se negaron a repetirlo. Muy llamativo.
Gran afición.- Chapeau por el madridismo, que se volcó con el equipo desde su llegada a la Plaza Sagrados Corazones. Bufandas al viento seco de la capital y mucho “¡Cómo no te voy a querer!”. Pelos de punta. Bernabéu repleto. Todos me dicen que en el Etihad podemos culminar la machada el día 17. Me lo recuerdan Edu Matute, de Rincón de Soto, y Roque Oria, de Lepe. Dos vikingos de bandera y dos amigos de verdad. El Madrid sois vosotros. Os quiero vikingos.