Morata golea al prejuicio

Entre tanta desafección por el parón internacional, nadie puede negar la seriedad y la impresión de equipo singular que definen a España. La visita de Serbia sirvió para estirar esta sensación, más allá del botín clasificatorio, que deja a la Selección en cuartos de final y con un camino más benévolo de cara al Mundial. Fue un baño en toda regla, con un bloque preciso con y sin el balón que dinamitó el despliegue táctico del rival. El ineficaz posicionamiento de los de Stojkovic hizo que España llegara por todos los lados y tramitó una victoria que debió ser una goleada incluso más sonada. Zubimendi jugó a lo que quiso, Mikel Merino respetó su importancia en todas las fases del juego, Baena la rompió como la viene rompiendo y Morata se manejó bajo los códigos de trabajo y movilidad que ni el más osado le podrá discutir nunca.

Hay algo en Morata que la gente no ve. El sumario del partido se escribirá para muchos por su penalti fallado y su golazo al mismo tiempo, pero hay que reparar en todo lo que hace. Su capacidad para repetir esfuerzos en la presión, sus ofrecimientos en apoyo para recibir y generar espacios libres a sus compañeros y su perseverancia en los duelos hacen infinitamente superior a España sobre el resto. Si marca, como logró contra Serbia, todavía mejor, pero su argumentario futbolístico va más allá de acertar o no en la finalización. Los prejuicios sobre su figura se enmarcan en una supuesta flojera goleadora, algo que los números desmienten, como demuestra el hecho de que más pronto que tarde asaltará el podio de la Selección en este registro. Pero Morata no se baja del barco en las malas y es un ejemplo táctico en una Selección que va viento en popa. Esta España y este Morata dignifican al vilipendiado parón internacional.

Apoyo y desmarque

Morata deja de cara a Fabián y lanza un desmarque de ruptura para que el centrocampista tenga una vía de pase abierta. Su definición posterior le avala también como un delantero de área.

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