Mi ahijado Albert Torres

Hace 13 años, en otoño de 2012, el COE organizó un evento bajo el título de ‘20/20 Unidos por un sueño’, que buscaba promocionar a veinte jóvenes deportistas, apadrinados por veinte curtidos periodistas, en el camino de la candidatura de Madrid 2020, que presidía Alejandro Blanco. Eran atletas que, por su calidad y sus resultados, deberían llegar a esos Juegos Olímpicos en su madurez para luchar por las medallas. Luego, ya saben, ni esos Juegos se organizaron en Madrid, ni se celebraron en 2020, sino en 2021. Pero algunos de aquellos deportistas sí subieron al podio de Tokio, como Ana Peleteiro, Álex Dujshebaev, Sarai Gascón… Nombres que han destacado en sus carreras, y algunos siguen brillando, igual que lo han hecho Carlota Ciganda, Mario Mola, Queralt Casas, Sete Benavides, Roc Oliva, Araceli Navarro, July Takacs…

A mí me tocó apadrinar a otra perla que ha fraguado una sobresaliente trayectoria: Albert Torres. El menorquín, que ahora tiene 35 años, ha sumado desde entonces dos oros en Mundiales, además de cuatro platas y dos bronces, y cinco oros en Europeos, además de dos platas. Un imponente palmarés dentro del velódromo que compatibiliza con su trabajo para el Movistar en el ciclismo de ruta. El último éxito lo celebró el pasado sábado en Santiago de Chile con su oro mundial en ómnium, la prueba que proclama al pistard más completo, igual que el decatlón en atletismo. Era su segundo maillot arcoíris, tras el conquistado en la madison junto a David Muntaner en 2014. Solo se le ha resistido hasta ahora la medalla olímpica, que rozó en París 2024 con su cuarto puesto en el ómnium, a solo cuatro puntos del cajón. Todavía quiere darse una oportunidad más en Los Ángeles 2028. Para cerrar el sueño. Vamos a por ello, ahijado.

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