Más que favoritos por algo
A efectos contables, España todavía no está en el Mundial, pero esa realidad aritmética no impide que asuma un favoritismo pleno de cara al torneo. Lo dicta su fútbol, excelso ante Bulgaria como otras tantas veces, y la profundidad de su colección de futbolistas. Hay materia prima en cantidad y en todos los puestos, a la que se añade una ilusión colectiva y un juego único, con copyright. Sin cuestionar la debilidad del rival, que ni con su pelotón atornillado en el área bajo un 1-5-4-1 contestó a la elocuencia española, la Selección completó otro gran partido a todos los niveles.
Hay plan A, plan B y hasta plan C, pero De la Fuente es poco amigo de las rotaciones. Laporte, Grimaldo, Baena y Samu fueron las caras nuevas en una Selección que bailó de nuevo al son de Pedri. Quizá pequemos de cansinos en el elogio al canario, pero su catálogo resulta inabarcable. Ante una supuesta defensa cerrada, manejó la partitura con poso y talento. España se articuló a través de su dirección y mezcló bien por dentro y por fuera. A falta de Lamine y Nico, Pedro Porro y Grimaldo dieron amplitud por las alas, con Oyarzabal y Baena asociándose en pasillos intermedios. De esa forma, el primer asalto se saldó en un sinfín de ocasiones en las que únicamente Mikel Merino acertó. Tiene el gol en la cabeza. Samu pecó en la definición, pero también dejó buenas maneras en un contexto que no le era demasiado propicio.
Nada se torció en la reanudación. Se jugó todo el rato en campo búlgaro, se atacó una y otra vez y se dejó sin aliento a Bulgaria que solo se aireó con algún acercamiento a la espalda de Le Normand y Porro. Borja Iglesias entró con alegría, aunque sin tino. El que tuvo, cómo no, Mikel Merino, de un valor incalculable en esta Selección. El Mundial queda a pulgadas. No será un logro para sacar pecho, no cabía otra posibilidad, pero sí merece la pena celebrar el estado futbolístico de una Selección que no se ha dejado arrastrar tampoco por los enredos de las convocatorias y los lesionados. Si el fútbol es la mejor de las fantasías, España la representa como nadie.
Dentro y fuera
Baena viene a recibir en el interior y deja el camino abierto para la proyección de Grimaldo por la banda izquierda. Automatismo sencillo, pero altamente eficaz.
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