Marruecos será recordada, de Francia nadie sabe...

Aquí acabó el maravilloso trayecto de una selección que ha conmovido al mundo con un carácter ultracompetitivo, dosis de talento y una nómina de jugadores que se han ganado una reputación que antes no tenían. Marruecos se venció ante el mazo de Francia, aunque mereció otro epílogo y demostró también que sabe jugar de mil maneras distintas. Fue mejor que los de Deschamps, terriblemente conservadores, un traje cotidiano que les sienta bien pero que exaspera por la privilegiada plantilla que tienen. Va con su personalidad y cultura futbolística, pero esta Francia exitosa no puede enamorar del todo a nadie. Si no se impone a Argentina, difícilmente será recordada. Una realidad que contrasta con una Marruecos que pasará a la historia. Y eso que Regragui tuvo un ataque de entrenador que le penalizó en el inicio. Los tres centrales fueron una decisión equivocada porque en lugar de acomodarlos en su área les obligó a salir de la misma al vaciar el centro del campo. Seguro que el seleccionador marroquí apostó por este dibujo para afinar las coberturas y ayudas sobre Mbappé y Dembélé en los costados, pero se convirtió en un favor para la posesión vertical de Francia y los movimientos de Griezmann entre líneas. La diferencia se hizo pronto y demandó a Marruecos a hacer una enmienda a la totalidad de su guía práctica en este Mundial.

La lesión de Saïss movió a Regragui a volver a su dibujo habitual con Amallah y Marruecos asumió la iniciativa para exponer las carencias de Francia. Porque los de Deschamps aguantaron, nadie sabe cómo, pero no defendieron bien pese a la impronta de Tchouameni y la jerarquía de Varane y Konaté. Ounahi acreditó ser el descubrimiento del Mundial, Boufal se metía por dentro y la banda derecha con Achraf y Ziyech produjo a nivel ofensivo ante el nulo repliegue de Mbappé. Marruecos hizo pasar momentos delicados a Francia, sin pista para salir ante el buen posicionamiento colectivo de los rivales. Por las bandas contrarió una y otra vez a los de Deschamps, con limitaciones colectivas, pese a los esfuerzos de un Griezmann excelso y comprometido que hasta despejó balones en su propia área. En cualquier caso, Marruecos perdonó y Francia no lo hizo después. Es la pegada proverbial de una selección que avanza sin discusión, aunque se la deba discutir su racanería. La actual campeona revalida su presencia en una final en la que Marruecos creyó poder estar por derecho propio.

Movimiento fabuloso

Griezmann viene de fuera de juego, se ofrece de forma directa a Varane e incita a El Yamiq a intentar anticipar con su gesto corporal. La recepción es un compendio de inteligencia.

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