Luis Enrique se irá matando o muriendo

España ya tiene ejército para el Mundial. Luis Enrique, además de futbolistas, quiere soldados. Su fórmula tiene dos pilares: obediencia e intensidad. Tiene jugadores que seguirán al pie de la letra sus instrucciones y que no regatearán esfuerzos. El mismo seleccionador reconoce que se puede ganar o perder contra cualquier rival, en cualquier partido. Esta España no es apta para cardíacos, porque en cada choque del Mundial pondrá los corazones al límite.

Tenemos que prepararnos para una Selección que saldrá a buscar al rival en su propio campo, que presionará arriba y que, por tanto, dejará espacios para las contras. El éxito dependerá por tanto de la contundencia en las dos áreas. España necesita puntería arriba y firmeza atrás. Pero aún así muchos partidos del Mundial estarán en el aire hasta el final. Así ha sido en la última Liga de Naciones y también en la pasada Eurocopa. Hubo que esperar hasta el final para respirar tranquilos. Lo mismo se espera en Qatar.

Luis Enrique es así, de todo o nada. Y mucho más ahora, que enfila su despedida de la Selección. Quiere esperar a que acabe el Mundial para tomar una decisión, pero el hecho de que a una semana del inicio de la Copa del Mundo aún no haya aceptado la oferta para renovar es un síntoma evidente de que piensa más en irse que en quedarse. Pero esto es bueno. Porque a ese espíritu indómito de Luis Enrique se sumarán sus ganas de marcharse triunfante, con lo que a su fórmula de juego tan valiente y arriesgada añadirá la imprudencia propia del que se va. En fin, que España será en Qatar una montaña rusa de emociones.

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