La mujer que nunca se rinde
La comparación comenzó en Londres 2012, cuando ambos alcanzaron las 22 medallas. Michael Phelps frente a Teresa Perales. El Tiburón de Baltimore frente a la Sirenita del Ebro. El deportista mundial más laureado en los Juegos Olímpicos frente a la deportista española más laureada en los Juegos Paralímpicos. Dos nadadores. El mito estadounidense elevó su cosecha a 28 en Río 2016, lo que supuso un estímulo para Perales, que no ha parado hasta igualar esa cifra. Las dos últimas han sido especialmente agónicas. En Tokio 2020 logró la 27ª, una plata, quince minutos después de sufrir una luxación de hombro. En París 2024, este sábado, completó la 28ª, un bronce, después de tener que recalificarse de categoría, de la S5 a la S2, lo que supone una mayor discapacidad. La aragonesa ha tenido que aprender a nadar con un solo brazo en el último ciclo. Durísimo.
Perales alcanzó el objetivo, su sueño, ¡por solo dos centésimas!, a pesar de llegar a la final con la sexta marca, lejos de las favoritas. Lo superó con su casta, con la fuerza que ha presidido siempre su camino ante la adversidad. Teresa Perales es la mujer que nunca se rinde. Y que nunca pierde la sonrisa. Una luchadora desde que quedó impedida de las dos piernas con 19 años a causa de una neuropatía. Tuvo que readaptar su vida. La piscina ha sido un salvavidas, pero no el único, ha sabido nadar en todos los ámbitos. En su primer libro, Mi vida sobre ruedas, narra por ejemplo cómo se preparó físicamente en 2005 para poder entrar a pie a la Basílica del Pilar de Zaragoza el día de su boda. Teresa también ha sido madre, diputada por las Cortes de Aragón, premio Princesa de Asturias, inspiradora en charlas motivacionales… En uno de esos foros coincidió con Phelps, otro superhéroe que también ha tenido que pelear contra los demonios de su salud mental. Otro ejemplo. El Tiburón deseó suerte a la Sirenita el pasado noviembre en Madrid, con AS como testigo. Aunque no la necesitaba. Bastaba con no rendirse. Una vez más.