La Marea Roja

Ni virtual ni gaitas. Los puristas me dirán que no se puede afirmar hasta que matemáticamente sea un hecho consumado. Que esto es fútbol y Turquía podría ganarnos 7-0 el martes en La Cartuja. Que falta un último empujón. ¡Pamplinas! España estará, de pleno derecho y entrando por la Puerta Grande, en el próximo Mundial de Estados Unidos, Canadá y México. Con unos números que la dignifican y la señalan como gran favorita al título. Sin exageraciones. Es la bendita realidad. Nadie juega mejor que la tropa de élite de Luis de la Fuente. Hemos ganado los cinco partidos disputados, con casi cuatro goles de promedio (19) y ni un solo gol encajado (Unai Simón es el number one sin discusión). Este equipo tiene tan clara su propuesta y existe tal unidad de compromiso con el equipo nacional que no se nota en absoluto la ausencia de hasta siete potenciales titulares: Carvajal, Le Normand, Huijsen, Rodri, Pedri, Nico Williams y Lamine Yamal. Ves el nivelazo de Pedro Porro, Laporte, Cubarsí, Zubimendi (¡Martín, qué golazo metiste!), Merino, Álex Baena o Ferran y es normal que en la cuenta de resultados sigamos derribando rivales como si fuesen pequeñas hormiguitas. Georgia, que va a terminar teniendo pesadillas con nuestra Selección, ha sido la última víctima de un ejército futbolístico que a día de hoy no parece tener un rival superior sobre el papel. Ya sé que la Argentina de Messi, la Portugal de Cristiano, la Francia de Mbappé, la Inglaterra de Bellingham o, incluso, la Brasil de Ancelotti tienen cosas que decir. Pero ninguna de estas selecciones se acerca a la excelencia en el juego que exhibe nuestra España en cada una de sus comparecencias públicas. Chavales... ¡qué buenos sois!

Va de récord. Además, con este 0-4 en Tiflis esta máquina de ilusiones ha batido el récord histórico de la España triunfal de Del Bosque, que llegó a acumular 29 partidos sin derrota. Pues con De la Fuente ya vamos por 30 sin que nadie nos moje la oreja. Lejos queda ya aquella triste derrota ante Escocia en Glasgow. Muchos se atrevieron a pedir esa noche la cabeza del seleccionador riojano. Hombres de poca fe y pobres de espíritu. Don Luis de la Gente ya demostró en las categorías inferiores tener un libreto muy clarito que consigue que todos los que van a jugar con España ofrezcan sus máximos. Aquí todos crecen y dan su mejor perfil. Basta con ver el rendimiento de Mikel Oyarzabal. Aparte de ser el héroe forever de la Eurocopa de Alemania con su gol épico en la final contra los ingleses, el guipuzcoano se consolida en cada partido como el ‘9’ con mayúsculas. Factura dobletes, ya sea con penaltis al estilo garza o con cabezazos tan colocados como imparables. Oyarzabal es el ejemplo de lo que es esta nueva España. Un crack.

Sois muy grandes. De los 45.00 aficionados que acudieron al Boris Paichadze National Stadium de Tiflis, cerca de 300 eran los entusiastas integrantes de La Marea Roja, esa espléndida peña de fieles seguidores de nuestra Selección que la siguen allá por donde va con una lealtad inquebrantable y un apoyo tan leal que es digno de valorarlo como merecen. Ya está bien de decir que España sólo tiene cultura de clubes. Yo me rebelo y no es justo. Si juega mi equipo nacional no tengo en mi corazón y mi cerebro hueco para nada más. ¡Viva España!

La Finalissima. A falta de que sea oficial, el 27 o 28 de marzo nos jugaremos ante la Argentina de Messi el título honorífico de la Finalissima, que enfrentará al campeón de la Eurocopa con el de la Copa América. Muchas ganas de ver ese partido, que medirá el nivel competitivo de los nuestros ante la Albiceleste, que siempre va al 150%. Pero nada me asusta. Con esta España, duermo feliz.

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