Opinión

La herida sigue abierta

Ante el Celta, el Madrid logró cinco goles, pero el ambiente manifestó que la herida de la Supercopa sigue abierta: Tchouameni fue abucheado y Ancelotti escuchó silbidos de una hinchada que le aprecia

PEPE ANDRES | DiarioAS
Actualizado a

La borrasca de la Supercopa manifestó varias secuelas en el Bernabéu, donde el personal no ocultó su irritación. Tchouameni fue abucheado y Ancelotti escuchó los silbidos de una hinchada que le aprecia de verdad. Dolía la abultada derrota contra el Barça y la gente no estaba para bromas. Luego llegó un partido raro que pasó por toda clase de meandros, sin una clara línea argumental y un arbitraje de medio pelo que desconcertó al Celta. Marcó el Celta su primer gol y buena parte del estadio se había vaciado. La victoria del Madrid parecía asegurada, pero el equipo está tan nervioso como la afición. Concedió el empate en dos errores de Camavinga y Asencio, se expuso a las tensiones habituales de las prórrogas y, lejos de sufrir de vértigo, el Madrid marcó tres goles, un buen gol de barrio (el taconazo de Endrick) y dos sensacionales, especialmente el derechazo de Valverde desde las quimbambas.

Fue un partido ensalada: admitió todos los productos en el plato. El Madrid llegó muy lastimado por el desastre de Yeda. No jugó bien en el primer tiempo, pero peor se desempeñó el Celta, que no estuvo a la altura de la fama de equipo elegante que le precede. No atacó y se defendió con dificultades. En este periodo bajo sospecha del Madrid, Mbappé volvió a reivindicarse. Jugó con todo el optimismo y la alegría que faltaron en el equipo. Hasta Vinicius dio señales de pesadumbre.

Mbappé está donde se le esperaba, marcando goles y aterrorizando a las defensas contrarias, pero no se siente todo lo acompañado que quiere. El Madrid tiene dudas en la defensa, no acaba de encontrar el diapasón en el medio campo y hasta Vinicius parece apesadumbrado en algunos momentos. El brasileño marcó el segundo y recuperó la vitalidad. El Madrid, sin embargo, no recobró la serenidad. Dos errores, dos goles, el empate y la prórroga.

Camavinga sale muy perjudicado de este pasaje de la temporada. Siempre ha tendido a la dispersión. Ha pasado por muchas posiciones y es difícil concretar cuál es la suya. El joven jugador francés se encuentra en un momento de crisis que Ancelotti probablemente arreglará a su manera, concediéndole la titularidad en el próximo partido tras su lesión. Así suele rescatar el técnico a los jugadores afligidos.

Tchouameni juega con una presión complicada de manejar. Se ha convertido en una coartada, que es lo peor que le puede ocurrir a un futbolista cuando el resto del equipo no funciona. Tchouameni no es responsable de la escasez de centrales en la plantilla, déficit que aumentó con la salida de Nacho y se agudizó con la lesión de Militao. Contra el Celta regresó al medio campo. Es un buen jugador sin la vocación de Casemiro en un puesto que requiere máxima diligencia defensiva y atención constante. Sin Kroos a su lado, Tchouameni sufre más. Ahora mismo, es un futbolista que sirve como fácil excusa para disipar los defectos del equipo.

Entre las rarezas del partido figura el resultado. El Madrid marcó cinco goles, que no es una cosecha cualquiera, cuatro de ellos extraordinarios y uno muy sutil. La clase de partido, en definitiva, que haría las delicias de cualquier madridista, pero algo en el ambiente manifestó que la herida de la Supercopa sigue abierta.

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