La fe del Presidente Kessié

Afrontar un duelo contra el Real Madrid después de haber ganado de manera consecutiva tres partidos a los blancos (final de la Supercopa, ida de las semifinales de Copa y el partido de Liga en el Camp Nou), es un desafío a la estadística de los enfrentamientos entre ambos equipos. Si a este registro, que ni que sea por la tendencia de la igualdad entre ambos equipos tiende a romperse más pronto que tarde, le unes las bajas del equipo blaugrana en jugadores clave (Pedri, Christensen, Dembélé y casi seguro De Jong) te da que este miércoles el Barça se enfrenta a un ejercicio de resistencia.

Sin el desequilibrio de Dembélé, sin la magia de Pedri, sin la tranquilidad de Christensen y sin las piernas de Frenkie, al Barcelona le queda la fe. Y nadie encarna la fe en este equipo mejor que el Presidente Franck Kessié. Un jugador que llegó al Barcelona casi por la puerta de atrás y al que a media temporada, casi sin haber participado, los guardianes del estilo lo habían crucificado. Ese tipo de gente que consideraba que el Barça no tenía futuro si no jugaba Riqui Puig y que veían a Rakitic como un elemento sospechoso fruto del capricho de Valverde. Pero en una orquesta hace falta gente que se luzca en el solo de violín, pero también los que aumenten el volumen de la pieza a base de percusión. A veces, se interpreta a Vivaldi, otras, hay que hacer bolos tocando las bandas sonoras de John Williams. Y Kessié está ahí para aparecer con el bombo, como esos músicos que esperan detrás de la orquesta su momento para poder entrar en el momento justo con toda la fuerza que se requiere. Gente que sabe tener paciencia. El centrocampista costamarfileño ha sabido aguardar el instante en el que sus cualidades han sido necesarias y, de momento, cada vez que se ha enfrentado al Real Madrid últimamente, ha dado la nota perfecta.

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