La décima medalla del baloncesto

Las Selecciones de baloncesto firmaron el año pasado un verano redondo, con nueve medallas sobre nueve posibles, cuatro de oro y cinco de plata, un dato que también nos indica que jugaron las nueve finales en liza. Fue un resultado mágico, que confirmó el enorme trabajo que se hace con las canteras tanto en los clubes como en la Federación, y que encontró el colofón en el extraordinario Eurobasket absoluto masculino. La cosecha fue perfecta, pero también incompleta. Explico la contradicción: fue perfecta, porque no se podían jugar más finales que nueve, pero incompleta, porque el décimo campeonato que se celebró en 2022 no tuvo representación española, el Mundial absoluto femenino. El resbalón en el Eurobasket de Valencia 2021, donde la Selección acabó séptima, tuvo también graves consecuencias para el año siguiente, porque se quedó fuera del Mundobasket. Esa era una de las losas que arrastraba el equipo de Miguel Méndez cuando viajó al reciente Europeo. La Selección se ha quitado ese peso de encima con la plata del domingo, que supo amarga en los primeros instantes porque llegó acompañada de una derrota, después de haber dominado la final ante Bélgica durante 36 minutos, pero que tiene un mérito colosal cuando miramos hacia atrás y recordamos de dónde venimos.

España ha pasado de la catástrofe de 2021 a volver a pelear por el oro continental, su lugar natural. El equipo ha regresado al podio cuatro años después, se ha liberado del lastre… y, de paso, ha demostrado cuál era su sitio si en el curso pasado hubiera disputado el torneo correspondiente. De una manera simbólica podemos apuntar que la Selección femenina ha completado en 2023 la fiesta de 2022. Es la décima medalla, la décima final de los equipos FEB. Una manera de cerrar el ciclo o de abrir otro igual de lustroso. Las echábamos de menos, pero ya están otra vez aquí.

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