Hocker remata desde la sombra

La velada anunciaba el Alí-Frazier del mediofondo, un combate en los 1.500 metros entre los dos últimos dominadores de la distancia: el noruego Jakob Ingebrigtsen, el chico maravilla, campeón olímpico en Tokio, y el escocés Josh Kerr, campeón del mundo el pasado año en Budapest, insigne representante de la formidable tradición británica en el medio fondo, encabezada por el presidente del atletismo mundial, Sebastian Coe, que en estas fechas festeja el 40 aniversario de su victoria sobre Steve Cram y Jose Manuel Abascal en la final de los Juegos de Los Ángeles. Nadie reparó en las posibilidades del estadounidense Cole Hocker, buen atleta, ganador imprevisto del campeonato universitario en 2021, excelente rematador en las pruebas tácticas, donde siempre ha destacado su punta de velocidad en los últimos metros. En París, Hocker (23 años) se transfiguró en otra clase de atleta, un campeón capaz de resistir el ritmo durísimo que marcó Ingebritsen, superar a los dos favoritos en la recta final y ganar con un registro impresionante: 3.27.65, dos segundos menos que su mejor marca personal.

Ingebrigtsen y Kerr conocen perfectamente el prestigio del 1.500, todavía conocido en Estados Unidos como The Mile, no importa la diferencia de 109 metros que existe entre la milla y la distancia olímpica. En el Mundial de Budapest, Josh Kerr sorprendió a Ingebrigtsen en una carrera lanzada por el noruego, acostumbrado a dejar rivales en el arcén con su brutal ritmo, de manera que en los grandes campeonatos acostumbra a funcionar como liebre de sí mismo, un Rudisha del 1.500 al que Kerr descubrió su talón de Aquiles: le falta pimienta para rematar la jugada si algún rival le resiste hasta la recta decisiva.

Kerr ganó el Mundial y comenzó entonces un largo festival de pullas, desafíos y promesas que cumplir. Al escocés le molestó que Ingebrigtsen esgrimiera un problema físico como causa de la derrota. Al noruego le molesta todo de Kerr. No hay noticias de lo que piensa Cole Hocker de este asunto. Es probable que nadie se lo haya preguntado. Rara vez ha sido noticia, aunque detrás de su fama como ladrón de victorias en pruebas tácticas, alrededor de 3.35 minutos, cabía la posibilidad de albergar un campeón para todos los ritmos.

Hocker es un producto de la renovada pasión norteamericana por las pruebas de fondo y semifondo. Después del célebre Jim Ryun en los años 60 y de la mitificación, una década después de Steve Prefontaine, tras su temprana muerte, Estados Unidos apenas apareció en el gran escenario del 1.500, el 5.000 y el 10.000. La tendencia empezó a cambiar en la primera década de este siglo. La victoria de Matt Centrowitz en la final olímpica de Londres 2012 y la plata de Galen Rupp en la capital inglesa manifestaron el repunte cada vez más nítido de los norteamericanos a las pruebas de largo aliento. En París, Grant Fisher ha sido tercero en los 10.000 metros, entremés del sensacional rendimiento de sus mediofondistas en estos Juegos.

Ingebrigtsen lanzó la carrera desde el primer metro, sin mirar atrás. Pasó por los 800 metros en 1.51 minutos. Aceleró y dio la impresión de romper a Josh Kerr, que finalmente no cedió. Se colocó a la estela de su gran rival, en plan secante mental. Por detrás, Hocker atisbó la ocasión de su vida. Se acercó centímetro a centímetro a los dos favoritos. Uno, Ingebrigtsen, comenzó a emitir señales de agarrotamiento. No logró despegarse de Kerr y las piernas se le hicieron corcho. El escocés tenía el oro a la vista, pero a su espalda llegaba el Hocker rematador, no el de las carreras tácticas, sino el de una final a todo trapo que acabó con sorpresa y Jakob Ingebrigtsen en cuarta posición. Le superó otro estadounidense: Yared Nuguse.

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