Opinión

Guardiola se despatarra

Al técnico se le nota suelto en el Mundial, liberado, capaz de convertirse en uno más en los rondos de la playa.

Aritz Gabilondo (San Sebastián, 1980) es redactor jefe de fútbol internacional de AS. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, empezó su carrera en El País y desde 2002 trabaja en AS. Ha cubierto Mundiales, Eurocopas y Juegos Olímpicos para este diario. Es comentarista de fútbol internacional en Cadena Ser, Movistar+ y Mediaset.
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Viral. Si no han visto la imagen de Guardiola jugando en la playa con sus futbolistas, al sol de Boca Ratón, en el cuartel general del conjunto citizen en Florida, ya están tardando. La prensa inglesa monopolizó la rueda de prensa previa al duelo ante la Juventus sobre ese hilo conductor. Todas las preguntas, en tono jocoso, fueron acerca de ello; y Pep, que sabe actuar mejor que nadie en ese escenario, siguió el rollo. Había ganas de guasa.

Feliz. Al técnico se le nota suelto en el Mundial, liberado, capaz de convertirse en uno más en los rondos de la playa, gracioso cuando le preguntan sobre cómo se gestiona una concentración tan larga a estas alturas de la temporada: “Si quieren jugar al golf, que jueguen; si quieren ir a la playa, que vayan; si quieren estar con sus familias, que estén”. En esa sinceridad del técnico reside el secreto para poder ver a un City campeón del Mundial. Nada tiene que ver esta sensación actual con la angustia de los últimos meses, en los que alcanzar un puesto Champions y tratar de ganar la FA Cup se convirtieron en una auténtica obsesión.

Carisma. Guardiola tiene una peculiar forma de gestionar grupos. Es el más futbolista de los entrenadores, el que entiende mejor una suplencia, una crítica, un desafío. Aunque no pierde el sentido de autoridad, tiene manga ancha para tirar y aflojar a sus jugadores. Verán que en casi todos los partidos salta al césped para dialogar con ellos allí mismo, ante el árbitro, ante los rivales, ante las cámaras. No se espera al vestuario para hacerlo, prefiere que le vean como un compañero más que pisa el césped, que se implica tanto como ellos. Se siente parte.

Rodri. Son cosas que los futbolistas agradecen. Nadie duda de la dimensión de Guardiola como entrenador, pero precisamente por eso es bueno que se despatarre en la playa buscando un balón imposible ante el pitorreo general. Aquí el primero que se mancha de arena es él. Eso le hace ser uno más. A todo esto, el crecimiento del City no se explicaría sin el regreso de Rodrigo, al que también Pep cuida en estos partidos de regreso: lo primero, su salud; lo segundo, el equipo. Muchos entrenadores del mundo invertirían el orden, créanme.

Hoy descubrimos a... Liam Delap (2003). No es una sorpresa porque ya destacó en el Ipswich, pero sus primeros partidos en el Chelsea están siendo especialmente interesantes. Buenísimo de espaldas y por alto. Un 9 de gran futuro.

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