Grano a grano, el Madrid muele café

Otro cabezazo, éste de Antonio Rüdiger, concedió la victoria al Real Madrid, como ocurrió con el de Lucas Vázquez en Mendizorroza. Grano a grano, igual que en el famoso anuncio, suma puntos, alcanza el liderato y abre ventaja sobre algunos de sus perseguidores. Sólo resiste el Girona, el imprevisto.

El Madrid se ha empeñado hasta ahora en una carrera silenciosa, sin estruendos, salvo los que proporcionan las lesiones. El alto número de bajas y la longitud de las lesiones, extensa, dato que probablemente explica el rendimiento del equipo, atento en el capítulo defensivo a pesar de las ausencias de Courtois, Militao, Alaba y Mendy, funcional en el medio campo y suficientemente eficaz en el ataque. La aportación de Bellingham ha sido capital en este apartado.

Cualquier análisis del Madrid esta temporada pasa por el impacto de su enfermería, donde no hay descanso. Privado hasta ahora de media docena de sus mejores futbolistas, los buenos resultados proceden más del esfuerzo y compromiso general que de la brillantez en el juego. Algo querrá decir la escasez de goles recibidos (11 en 19 partidos) en una temporada con la mayor parte de su defensa titular destruida por las lesiones.

El partido con el Mallorca dejará el leve recuerdo que se asocia el campeón de la primera vuelta, el llenazo en el Bernabéu en una semana festiva y la chavalería entusiasmada por la oportunidad de ver el encuentro en un escenario esplendoroso: de noche, los focos a toda potencia, el techo cerrado, la sonoridad retumbante. Los que por vez primera acudieron al estadio, y probablemente fueron muchos, nunca olvidarán la experiencia.

El Mallorca tiende a complicar la vida al Madrid. Pertenece a la vieja escuela, un equipo de gente curtida, áspera si es necesario, que no se arruga fácilmente. No es de los que se deja intimidar por el ambiente y por el nombre del rival. En la temporada anterior, el Madrid necesitó un golazo de Valverde en el último minuto de la primera parte para empezar a remontar el partido. Esta vez, Rüdiger rompió el equilibrio con un cabezazo imparable. El balón entró por la escuadra, de otra manera lo habría detenido Rajkovic, que intervino poco pero paró mucho.

Con un hermético 5-4-1, el Mallorca frenó al Madrid, espeso y con pocos argumentos para quebrar la resistencia del equipo isleño. Ancelotti alineó cuatro centrocampistas y dos delanteros rápidos, los titulares del comienzo de la temporada, Rodrygo y Vinicius, que regresó después de casi dos meses de convalecencia. La noche pedía más desborde por las alas y quizá hasta un 4-3-3. Los laterales, Carvajal y Fran García, tampoco fueron influyentes. Hasta Bellingham quedó atrapado en la malla defensiva del Mallorca.

El partido rara vez subió su ritmo. Fútbol pastoso, insípido, a la espera de algún relámpago. Vinicius apareció un par de veces, pero el verdadero peligro se vivió en el área madridista. Un remate de Antonio Sánchez y otro de Samu se estrellaron en los palos. Desde el principio el encuentro dio impresión de ajustado, de pocas oportunidades y mucha tralla. El que pretendía el Mallorca, en definitiva.

Años atrás, el Madrid se complicaba la existencia en esta clase de enfrentamientos. No era infrecuente la sorpresa, equipos que se defendían con coraje y aprovechaban la impaciencia madridista. Esta temporada sólo ha ocurrido una vez, contra el Rayo, que fue ametrallado pero salió del Bernabéu con un empate. El Mallorca estuvo cerca de conseguirlo. Dejó nota de equipo que sabe lo que hace para poder mantenerse en la Primera División. Del Madrid quedó el remate ganador de Antonio Rüdiger, una fecha menos en el calendario y el liderato en la mano, que no es poco.

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