Gracias, Sergio; gracias, Del Bosque y moltes gràcies, Pep
Sergio Busquets llegó a la Selección Absoluta de sopetón. Hay que agradecérselo a Vicente del Bosque. El día D fue el 28 de agosto de 2009, en la final de la Supercopa de Europa. Para empezar, el entonces seleccionador nacional tuvo el coraje de ir a Mónaco para presenciar en directo el partido entre el Shakhtar y el Barça. Digo coraje porque si hay un sitio al que Del Bosque odia ir es Montecarlo. Le mata la humedad del Principado. El, tan grande como es, no paraba de sudar desde que aterrizaba en Niza hasta que regresaba a Madrid. Pero hizo el sacrificio por Busquets, aunque todos los ojos, menos los suyos, estaban puestos esa noche en Chigrinski, que finalmente fichó por el Barça.
Ese día de verano de hace casi 14 años, Busquets ya había tenido una aparición fugaz con la Absoluta. Pero nadie le daba en la lista de jugadores que un año después iba a disputar el Mundial en Sudáfrica. Era un futbolista prácticamente inédito en las selecciones inferiores y que había disputado sólo un partido con los mayores. Luis Milla, entonces al frente de la Sub-21, se lo quiso llevar al Europeo de la categoría, pero Del Bosque le pidió que escogiera a otro.
El salmantino ya tenía en la cabeza a Busquest, al que había elegido como respuesto ni más ni menos que de Marcos Senna. En verdad, Del Bosque sólo introdujo un cambio entre la Selección de Luis Aragonés, campeona de la Eurocopa de 2008, y la que se llevó al Mundial 2010: Busquets por Senna. Lo hizo porque, además, ya tenía en mente jugar con el doble pivote, Busquets y Xabi Alonso, que tan insuperable resultado le dio a España en esa Copa del Mundo. “Si volviera a ser futbolista me gustaría ser como Busquets”, dijo Del Bosque en una de las mayores, y mejores, alabanzas que se pueden dar entre un discípulo y su pupilo.
De esa Supercopa de Europa de hace ya tres lustros recuerdo no sólo los calores de Del Bosque y su ojo con Busquets. También recuerdo un gran detalle de Pep Guardiola. La UEFA, tan cursi, había reconocido como únicos idiomas oficiales de esa final a los que hablaban los dos finalistas, catalán y ucraniano, y el inglés digamos que como troncal. Como a mí, que no domino el catalán y que había estado con Guardiola en un Mundial (1994) y en alguna Eurocopa, me parecía un exceso tener que poner por medio al traductor, me animé a hacerlo en castellano. ¡Para qué más! El oficial de la UEFA saltó como una pantera..., pero Pep Guardiola salió al quite: “Con su permiso, le dijo al ‘uefo’, voy a responderle en español porque es el idioma en el que nos entendemos él y yo desde hace muchos años y así será siempre entre nosotros”. Moltes gràcies, Pep. Aquí seguimos.