Georgia, la Suiza de 2010

Más allá del sofocón, el partido contra Georgia le va a venir bien a España. Será un poco como la Suiza de Sudáfrica. Posiblemente sin aquella derrota no se hubiera ganado el Mundial. Pero les sirvió para espabilar. Eso puede repetirse ahora. A esta Selección sólo faltaba verla con el viento en contra, con el marcador cuesta arriba. Y solucionó la papeleta. No fue el mejor partido para muchos. Para Morata porque quiso marcar el segundo gol antes que el primero. Se sobrecalentó. Para Pedri, porque sin espacios se bloquea. Pero incluso en un mal día, España sacó adelante la eliminatoria. Y eso, en este tipo de torneos, es seña de campeón.

Pasado el trago, espera Alemania. Las dos últimas experiencias frente al anfitrión fueron amargas. En la Copa del Mundo 2018, Rusia nos echó en los penaltis. Quizás no hubiera podido hacerlo si Iniesta hubiera sido titular ese día. Pero no lo fue. Casi siempre hay un motivo para entender las derrotas. Y digo casi porque la otra experiencia fue en el año 2002, en Corea y Japón. Ahí no hubo más razón que el árbitro: Ahmed El Ghandour.

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