Futre, leyenda entre leyendas
Jesús Gil consiguió algo impensable hoy en día: el fichaje del mejor futbolista del momento, Paulo Futre, que había deslumbrado en el Oporto. Recuerdo ver a Paulo por primera vez en los trenes que el expresidente montó para la final de Copa de Zaragoza. Gil y Futre se pasaron vagón por vagón saludando a los miles de socios que viajamos a la capital maña. El Atlético perdió por penaltis, pero el portugués ya se hizo una idea de lo que era el club rojiblanco. Posteriormente, ya en el AS, cubrí esa maravillosa etapa en la que jugó Paulo y en la que formó junto a su amigo Manolo una delantera de ensueño. Y con Luis Aragonés en el banquillo. Impagable la noche del Bernabéu y el 0-2 de Copa ante el Madrid. Hay momentos en la vida que uno jamás olvida y ese fue uno de ellos. Aún recuerdo emocionado Chamartín lleno de seguidores del Atlético, un Bernabéu que fue una marea rojiblanca.
Futre fue único, dentro y fuera del terreno de juego. Sobre el campo un jugador impresionante, un fuera de serie, de esos que bien vale pagar una entrada. Fuera del campo también fue especial. “Mi niño, mi niño”, nos decía a lo que formábamos esa gran familia alrededor del equipo. Recuerdo sus disputas con Luis, sus peleas deportivas con su entrañable Pizo, sus retrasos porque se había quedado dormido y tantas cosas... Ganó dos Copas, pero le quedó la espina de llevarse el título de Liga. En el fondo, con el paso de los años, nos queda el orgullo de haber convivido con un futbolista de época. De leyenda. Y con la certeza de que es un rojiblanco más, un atlético de corazón. Llegó siendo muy joven y ahora es uno de los mejores embajadores del Atleti. Presume de ser un colchonero más, este club le caló y ese es el gran legado que nos deja. Gracias Paulo.