En caída libre

En caída libre. Así está el Zaragoza de Carcedo, al que Cristian Álvarez salvó de una fuerte goleada ante un Racing que no conocía la victoria en El Sardinero. El equipo aragonés no deja de empeorar y puede acabar la jornada en descenso, lo que colocaría a su entrenador, ya absolutamente superado y en un permanente extravío, en una situación límite ante la visita el sábado a La Romareda del Villarreal B.

Carcedo anunció rotaciones en la víspera y presentó hasta tres novedades en su alineación: Fran Gámez, Manu Molina y Mollejo por Larrazábal, Petrovic y Vada, hasta ahora intocable para el técnico. Hubo cambios, pero nada cambió en el Real Zaragoza, que fue el equipo plano, previsible y sin amenaza de siempre. Posesión en su campo sin ninguna intención. Puro humo. La primera parte se saldó sin un solo disparo a puerta y, lo que es peor, con la expulsión a un minuto del descanso por doble amarilla de un aceleradísimo Giuliano.

Si el Zaragoza fue una nadería con once, con diez ya se limitó a acularse en su área con Jaume Grau como tercer central, nada que pueda ya sorprender con Carcedo. El Racing, por su parte, volvió del intermedio al galope y Cristian Álvarez, providencial, se enmendó de su cantada ante el Oviedo y evitó el gol hasta en cuatro ocasiones casi consecutivas, una con poste incluido. Pero tanto fue el cántaro a la fuente que en un saque de esquina Pombo, quién si no, cabeceó solo entre Guaye, Zapater y Jair, tres verdaderas estatuas de sal, y le hizo justicia a su equipo.

Para entonces Carcedo ya había metido al Zaragoza en un agujero negro, en un laberinto sin ninguna salida. Para empezar quitó a sus dos jugadores más rápidos, Mollejo y Azón, cuando el contragolpe era la única arma que podía explotar, y siguió el despropósito dando entrada a Vada, Zapater, Gueye y Larrazábal.

El Zaragoza murió en Santander sin presentar ninguna batalla y el panorama se le está poniendo imposible a Carcedo.

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